Alejo es escolta: cuando la inclusión es la bandera

Tiene autismo y tras seis años de esfuerzo, llegó a estar entre los abanderados de la Escuela 169 de Roca. El apoyo incondicional de toda su familia y el trabajo arduo de las maestras, fueron la clave.

La emoción del papá de Alejo al hablar del logro de su hijo: ser escolta de la bandera provincial. Fotos: Gonzalo Maldonado

-¿Estas llorando, papá?

-Si. Te felicito

-Gracias, pa.

Y los dos se hundieron en un cálido abrazo que hizo emocionar a todos en el aula. Las lágrimas de Jorge al ver a su hijo llevando la bandera rionegrina fueron incontenibles. Lloró porque no podía creer que su pequeñito, quien tiene un tipo de Trastorno del Espectro Autista (TEA), sea ese que llevaba la insignia patria, el que se ganó el reconocimiento de todos los maestros.

Es Alejo Benjamín Neira, tiene 12 años y es inteligente, alegre, cariñoso y sobre todo muy sociable. Creció en el barrio 290 Viviendas. A los dos años le diagnosticaron Trastorno del Desarrollo Generalizado (TGD) -hoy denominado TEA- y ahora, tras seis años de escolaridad en proceso de inclusión, es escolta de la bandera provincial en la Escuela 169.

Si hay algo de lo que está seguro es de los nombres de sus amigos. Una larga lista que desplegó sentadito en su silla: “Nacho, Gustavo, Joaquin, Juanpi y Karen, Sol, Cata, Antonella”, dijo, e inmediatamente hizo el gesto de aplausos con las manos al preguntarle: ¿qué significa esa cinta que llevás puesta? (aplausos).

“Es muy conocido en la escuela, pero no porque es un nene que está en inclusión, sino porque es Alejo. Alejo el que te presta, el que te invita a jugar, el que se enoja. Es una personita excelente por donde lo quieras mirar, el siempre da un poquito más”, contó Lorena Iturbide, una maestra.


Es que para la elección de la bandera, la escuela no sólo tuvo en cuenta las calificaciones de los chicos, sino el aspecto actitudinal, las emociones y sus valores. Alejo tiene valores sociales muy fuertes, es perseverante, respetuoso y muy dedicado a sus tareas, contaron sus maestras.

“Puede hacer sus cosas por sí solo, pedir ayuda con respeto, participar dentro del grupo, poniendo siempre lo mejor de él. Ese fue uno de los valores importantes que jugó en la elección como escolta en la bandera”, agregó Marianela Apdo, su maestra de 6°.

El orgullo de sus docentes radica en los progresos que hizo durante los seis años. Aprendió a leer y escribir a través del Whatsapp “nunca le gustó mucho el lápiz”, contaron. Hacía horario reducido, luego empezó a hacer jornada completa, y nunca se le dieron tareas diferenciadas, sino que fue trabajando lo mismo que sus compañeros desde el lugar que el podía. Lo único diferente, es que tenía Acompañamiento Terapéutico en el aula.

Algunos papás creen que (su hijo) no va a poder, pero sí, puede (…) A algunos nos va a costar más, pero todos podemos”

Gladys Caro, directora de la Escuela 169.

“Es una alegría inmensa verlo en la bandera. Es una personita excelente y yo particularmente tengo que destacar el apoyo de los padres, sin ese complemento no lo podemos lograr. Uno le pone muchas fichas, pero si la familia no te acompaña, no lo lográs”, agregó la “seño” Lorena.

“Estoy muy contento por mi hijo. Para nosotros ha sido un trabajo arduo. Desde chiquito su diagnóstico fue de mucha gravedad, todo lo que ha pasado Alejo con terapia, significó mucho para nosotros. Desde que viene a la escuela él se siente bien”, contó su papá, emocionado.


Su mamá, Claudia, no pudo evitar recordar cuando recibieron el diagnóstico. “Ese día nos asustamos y nos dijimos: ¿ahora qué hacemos?. Pero con mi marido, con el apoyo de las maestras, terapeutas y la familia, él avanzó. Ahora es escolta”, dijo conmocionada.

Es un esfuerzo muy grande el que hace él. Seguramente va a dejar alguna huella porque lo conoce todo el mundo”

Jorge Neira, papá de Alejo.

Aquel niño que no hablaba, no miraba, que se aislaba, es ahora el que ha hecho grandes progresos y que disfruta de los abrazos y juegos con sus compañeros y sus seños. “Antes no te miraba, hoy te mira, te habla, te pregunta, te conoce. Hemos ido por todos lados, médicos por todos lados”, agregó su papá. Además de ir regularmente a sus terapeutas, Alejo disfruta de dormir, correr, pintar, mirar televisión, ir a la plaza y ama su computadora. En unos días, empieza la colonia de vacaciones a la que va “solito en el colectivo”, contaron sus padres.

“Algo que le admiro mucho, que es que nunca puso una traba para nada, el siempre con mucho entusiasmo para todo, adonde vaya no tiene impedimentos”, cerró Jorge, su padre.


Ocho niños en proceso de inclusión: gran desafío para Educación


La Escuela Primaria 169 año a año recibe niños en inclusión (según Resolución 3438/11 del Ministerio de Educación) y este 2019 cerró el ciclo lectivo con ocho alumnos en este régimen.

Si bien hay apertura y buena actitud de las maestras y de las familias para trabajar en este sentido, aseguran que aún faltan herramientas.

“Él (Alejo) tuvo la suerte de tener siempre Acompañante Terapéutico en el aula, eso también ayudó a su proceso de enseñanza aprendizaje. Yo lo recibí en 1° grado, también con muchos temores porque a veces una no está tan preparada”, reconoció la directora de la Escuela, Gladys Caro.

“Muchas veces estamos solas en la inclusión. Nos gustaría que estemos hasta mas acompañadas desde lo psicológico, desde lo psicopedagógico, tenemos un equipo técnico, pero está en muchas escuelas y son pocas las veces que llega. (…) Sería bueno contar con más recursos (humanos)”, aseguró.

Es necesario identificar que cualquier nene o nena en proceso de inclusión puede empezar y terminar la Escuela Primaria igual que cualquier otra persona. “Lo importante es la apertura de los docentes, de los papás, poder lucharla juntos y que estén todas las patas bien fuertes como para sacar a los nenes adelante, no solamente a quien tenga alguna problemática, sino a todos, porque todos venimos con algún problema o social o familiar”, concluyó Caro.


¿Qué es el autismo?


“El autismo no es una enfermedad, es otra forma de desarrollo”, así lo sostiene Daniel Valdéz, doctor en Psicología y Director del Diploma Superior de Posgrado “Necesidades Educativas y Prácticas Inclusivas en Trastornos del Espectro Autista” (Flacso). En su definición, asegura que es un “síndrome que afecta la comunicación social y la flexibilidad en distintos grados, según cada caso”.

Sucede que el autismo conlleva una gran heterogeneidad y es más apropiado hablar de autismos, en plural. “Supone un desafío a los rótulos y otra mirada, desde la complejidad del desarrollo humano y la riqueza de la subjetividad. Las personas con autismo son muy distintas entre sí”, aseguró el especialista en Terapia Cognitiva.

Fue descripto por primera vez en 1943 por Leo Kanner, pero apareció como categoría diagnóstica para la Asociación de Psiquiatría Americana (APA) en los años 80, con la publicación del Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales 3° edición.

En el cuatro manual (1994) se lo consideró dentro de los trastornos generalizados del desarrollo (TGD) pero en 2014, con el quinto manual, una visión dimensional agrupa la distinta intensidad de diversos síntomas y los diagnósticos bajo el nombre de síndrome de Asperger, Autismo y TGD no especificado, pasaron a denominarse Trastornos del Espectro Autista (TEA), sustituyendo el concepto de TGD.


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