Notas fantasmas: el jazz, según Ernesto Pugni
El baterista vuelve a escena en formato quinteto para presentar “Único, segunda edición”, esta noche, en Casa de la Cultura. En esta entrevista, cuenta su relación con el género.
A los ocho años, el niño Ernesto descubrió el jazz, pero, sobre todo, descubrió que un baterista podía ser mucho más que eso. El niño Ernesto había quedó impresionado con la ecléctica orquesta de circo que conformaban el baterista, el trompetista y el organista.
Más impresionado quedó cuando, a la noche siguiente, sin la autorización de sus padres, volvió al circo junto a un amigo y notó que el baterista no estaba. Hasta que descubrió que el sujeto estaba trepado en la más alto de la carpa enfundado en una malla negra: esa noche le tocaba ser equilibrista. Así, cada noche descubrió nuevas actividades circenses en el baterista que había visitado su Dorrego natal.
De todos aquellos oficios, el niño Ernesto eligió el de baterista. Ernesto Pugni ya no es un niño, pero sigue tocando la batería y, como aquel músico de circo, se dedicó a múltiples oficios manuales. Eso sí, no hay noticias de que haya intentado ser equilibrista.
Esta noche, en la Sala II de Casa de la Cultura, de Roca, Pugni vuelve a escena en formato quinteto con “Único. Segunda edición”, un show que reformula “Único”, el disco y su respectiva presentación, hace exactamente dos años en el mismo lugar (ver aparte). El concierto de hoy resultó ser una muy buena excusa para hablar de jazz .
“Siempre busqué en el instrumento las notas fantasmas. La nota fantasma, para no decir la figura de la batería, la encontré cuando escuché a los músicos de jazz, le metían muchos rulos”, afirma Pugni.
¿Qué es el jazz para un baterista? Antes de responderlo, explica qué es la batería, y dice: una percusión ordenada. O más bien, reunida. Tiene hi hat, tambor, bombo y raid como elementos fijos. Y la batería dentro del jazz es el conjunto clásico de percusión, donde el baterista traduce toda la música que hacían los percusionistas. “Todo lo que nosotros tocamos tiene un origen en los tambores africanos”.
El show propone un intenso recorrido por el jazz latino, folclore, fusión flamenca y el cancionero regional.
La primera batería que existió era compartida, revela Pugni. “En el dixieland de Nueva Orleans hay un tipo que toca platos de choque, otro que toca un redoblante colgado y otro con un bombo. Los ves tocando en la calle y parece que sonara un disco de Wynton Marsalis. Lo mismo pasa con la murga uruguaya”.
¿De qué hablamos cuando hablamos de jazz? “El jazz es una palabra que la usás para avisar que manejás un código”, resume Pugni. “Entender de armonías abiertas, de rítmicas y melodías de muchos solistas”.
Es un lugar común decir que en el jazz se improvisa y por ende, cada uno hace lo que quiere. Bueno, no. “Se improvisa en base a códigos que estudiamos”, aclara Pugni. “Una canción puede tocarse de dos maneras. Por ejemplo, tocamos la partitura original que escribió Glenn Miller, pero también podemos reinterpretar esa melodía de Glenn Miller y ahí sí entra a jugar la improvisación de los músicos. Estás tocando la misma música pero metés una octava más arriba en una nota y una octava más abajo en otra. Y estás tocando la misma música”.
¿Y qué se supone que es algo jazzeado? “En el caso de la batería, tocar una rumba”, responde Pugni. “Hacer eso ya es tocar jazz porque una rumba incluye cuatro congas, un campanero y otro que hace maracas. El baterista hace todo eso al mismo tiempo”.
El jazz rock sería, según Pugni, una música de rock llena de notas fantasmas. “Con los seis acordes básicos mayores y menores podés tocar todas las canciones de rock. Y cada acorde tiene un sinnúmero de posiciones diferentes y de aperturas: la séptima, la octava, la novena. Eso genera una disonancia, pero a la vez armónica. Cuando surgió el bossa, la gente los llamaba los desafinados porque ampliaban las notas”.
«Único, segunda edición»
Día y hora: ese jueves, a las 21:30.
Lugar: Casa de la Cultura (9 de Julio (1043, de Roca).
El quinteto: Ernesto Pugni (batería y percusión), Andrés Fuhr (guitarras), Jesús Fernández (bajo eléctrico), Camila Pugni Reta (percusión), Mario Silveri (saxos).
Los invitados: Héctor “Sapo” Benítez (cantor), Luis Andrade (voces) y Marcos Railaf (percusión).
Entradas: $300.
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