La última ilusión de justicia para una de las víctimas que dejó diciembre de 2001
Misael Bravo recibió un disparo de la policía en la represión del 2001. Desde ese momento padece una discapacidad y su vida se truncó. Hace 18 años pide justicia y llegó con su reclamo a la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
Una sensación de angustia invade el cuerpo, y empieza a trepar desde el estómago hasta la garganta, cuando los argentinos recuerdan lo que pasó el 19 y 20 de diciembre de 2001. Crisis, pobreza, despidos, empresas fundidas, desalojos, cacerolas, represión, muertos y miles de heridos. En ese orden, la memoria va tallando el mapa de una historia que no deja de repetirse.
Pero la percepción cambia cuando se vive desde la primera persona y ese fue el caso de Misael Bravo. Él recuerda aquella tarde del miércoles 19 de diciembre de 2001 cuando iba pedaleando su bicicleta. Había salido a comprar algo, en un día como cualquiera, pero despertó postrado en la cama de un hospital con un disparo en la nuca. Así pasó cinco meses.
La bala de plomo, disparada por un policía lo alcanzó cuando pasaba cerca de un foco de saqueo, en el supermercado Alarcón, zona norte de Cipolletti. En esos días le diagnosticaron parálisis total. Volvió a caminar, pero le quedó una hemiplejía con un grado de incapacidad física del 70% y un severo estado depresivo. Por eso, hoy reclama justicia ante a Corte Interamericana de Derechos Humanos y recuerda el día que todo se truncó.
En los saqueos al supermercado falleció Elvira Avaca también por una bala policial, en lo que fue otro capítulo de la misma historia trágica. Hubo varios heridos más y casi todos fueron indemnizados por el Estado, pero no fue así en el caso Bravo.
“No me acuerdo de la hora exacta, pero faltaba poco para las 20. Salí de la casa de una compañera de trabajo, iba pedaleando por la Esquiú, y unas cuadras antes de Naciones Unidas me di cuenta de que estaba todo cerrado”, relata con voz tenue.
Le cuesta hablar, pero se esfuerza: “desde la calle Paraguay ya no se podía seguir, se veía la Policía que venía a reprimir. De repente sentí como si alguien me hubiera empujado, como un golpe de atrás, no me di cuenta que fue una bala”, revive el momento con sus ojos vidriados.
Recuerda que le salía sangre “como una canilla”, que alguien lo dio vuelta y quedó inconsciente. Ese instante condenó sus, por ahora, 18 años. Lo último que recuerda fue la multitud que gritaba: “lo mataron, la cana hija de puta lo mató”, dice.
A partir de ese entonces, Misael estuvo cerca de cinco meses postrado, entre una noche que pasó en el hospital de Cipolletti, después en el Castro Rendón, y casi cinco meses en el Bouquet Roldán. “No estaba delinquiendo, solo frené la bicicleta para mirar y me dispararon”, dice e insiste angustiado que no quiere que su vida termine sin que la Justicia aclare esta situación.
Para cuando pudo abandonar el hospital y entendió el daño que había sufrido, el derecho a reclamar estaba por terminar (cómo se trató de una causa civil, el plazo era de dos años).
El juez de primera instancia rechazó la demanda por 1.350.000 pesos, pero al tiempo la Cámara Civil de Cipolletti hizo lugar. Como respuesta, la Fiscalía de Estado apeló y, finalmente, el Superior Tribunal de Justicia integrado por Sergio Barotto, Enrique Mansilla y Víctor Sodero Nievas, dio por prescripto el reclamo y cuando fueron a la Corte Suprema de Justicia, tampoco lograron que se haga justicia.
“Llegaremos hasta las últimas consecuencias y tocaremos todos los timbres que haya que tocar, porque esto no puede quedar así”
Horacio Freiberg, abogado
Pero con su abogado no se dieron por vencidos. Cuando en julio de 2014 ese fallo quedó firme, la única instancia posible fue remitirse a la Corte Interamericana de Derechos Humanos y lo hicieron.
Después de una larga espera, la Corte, en agosto de este año convocó al Estado argentino para que genere una conciliación con Bravo y logren un acuerdo. Deben sentarse a negociar antes del 1 de noviembre, pero todavía no le llega a Misael la citación para hacerlo y si siguen sin novedades no descartan ir a un ultimo juicio, ante una corte internacional.
Cuando se extingue el derecho a reclamo
Como regla general, la prescripción de un reclamo nace a partir del hecho y establece el plazo para hacerlo. Cuando se trata de lesiones graves, con la víctima internada, la jurisprudencia dice que en el momento que el daño está consolidado, nace el tiempo de prescripción.
“Si a una persona que va caminando, le cae una maceta en la cabeza y pasa un mes inconsciente. ¿Se debería computar que el plazo empezó cuando le cayó la maceta, o cuando se despertó y se enteró que está internado por una lesión?”, ejemplificó , el abogado de Misael, Horacio Freiberg.
Misael tenía 35 años. Le gustaba correr, entrenaba mucho y a veces viajaba a competir. Trabajaba en la fruta y su sueño era -y todavía lo es- formar una familia y tener su techo propio.
Ahora, con 53 años, lleva años viviendo en la casa que fue de sus padres. Desde aquel entonces nunca más consiguió trabajo y subsiste con la pensión mínima que cobra por discapacidad.
“Nos gustaría que se indemnice a Bravo como a cualquier otro vecino que sufrió un daño, a manos de la Policía”, dice el abogado.
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