¿Cuánto cuesta sacar un barril de petróleo en Vaca Muerta?
El congelamiento de los combustibles desempolvó las viejas tensiones por los costos de producción. ¿Pueden sobrevivir las petroleras con un precio interno de 43 dólares? Opinan Jorge Lapeña y José Luis Sureda.
El congelamiento de los combustibles desempolvó un viejo misterio en la industria petrolera: ¿Cuánto cuesta producir un barril de crudo en el país? ¿Cuánto cuesta en Vaca Muerta? La medida del presidente de Mauricio Macri desató una suerte de quermés discursiva que puso al sol los trapitos del sector y que amenaza con profundizar una grieta que, disimulada con perfume francés, también divide a la industria.
¿Cuáles fueron los hechos objetivos? Los tres puntos DNU 566/19: 1) fijó un techo interno para el precio del barril en 59 dólares; 2) estableció un tipo de cambio paralelo para su compraventa de $45,16 y; 3) congeló los precios en los surtidores por 90 días. El resultado es que el barril de crudo en el país pasó a comercializarse, por la medida y las retenciones, a unos 43 dólares, 15 menos la referencia internacional, el Brent.
La medida parece una suerte de 125 del macrismo, incluso comparte la misma pluma técnica, el reconocido abogado Ignacio Pablo Cortéz, hoy en funciones dentro del equipo legal de Hacienda. En 2008 el campo paralizó el país por la aplicación de retenciones móviles. El sector petrolero, que tiene una sofisticada capacidad de lobby, no consiguió el mismo respaldo, pero si sirvió para exponer rupturas como la del presidente de Vista Oil & Gas, Gastón Remy, y el presidente Macri, antes amigos.
Más allá de las imputaciones de populismo para Macri, por intervenir un mercado liberado y enviar una mala señal a los mercados, la pregunta que atravesó al sector fue: con un barril a 43 dólares ¿Conviene sacar petróleo en argentina? ¿Cuánto sale en otros países?
A modo de spoiler podemos adelantar que quizá el lector se sienta un poco defraudado con las conclusiones, pero no menos cierto es que el tema cierta complejidad.
Por más que a las petroleras las incomode hablar de “misterio” o “secreto” de los costos nadie declara públicamente sobre este tema. Los más audaces apenas señalan por encima el gran laberinto que representa la cuestión. Para graficar la sensibilidad que despierta alcanza con un comentario a pie de página: este medio contactó al menos a seis operadoras, funcionarios provinciales y nacionales, un exgobernador y un gobernador en ejercicio. La mayoría evadió la respuesta.
Paciencia porque hay números. Ahí vamos.
Lo primero que debe señalarse es que el costo del barril depende de cada compañía y cada yacimiento. No es lo mismo Loma Campana para YPF que un campo maduro, de la misma compañía, por ejemplo, en Mendoza. Tampoco dentro de una cuenca es igual. Un bloque de Chevron en Rincón de los Sauces no puede compararse con los de Shell en la zona de El Chañar o, incluso, éstos últimos con los de Tecpetrol. El mito es que los no convencionales son más caros que los convencionales, pero eso tampoco es del todo cierto porque los viejos pozos requieren de costosas técnicas para dar muy pocos metros cúbicos.
En los no convencionales se utiliza un término que es “costo de desarrollo”. Esto puede traducirse en una cuenta: la inversión en un pozo divida la cantidad de barriles que entregará la perforación en toda su vida. Ese número en los mejores campos de Vaca Muerta se mueve entre 9 y 20 dólares, en promedio. Pero es solo un dato analítico que pone de manifiesto dos cosas: la curvada de desarrollo alcanzada por una operadora y la productividad de la roca madre (Vaca Muerta).
Un número más terrenal es el que arroja el “lifting cost” que se traduce como los costos de traer un barril a superficie desde el subsuelo. En esta cuenta se suman distintas variables como los contratos de servicios, mano de obra y mantenimiento. El dato suma mayor precisión cuando se incorpora el costo de la operación que incluye las plantas de tratamiento, el transporte y sí la empresa contempla la reposición del barril que extrae (clave para no convertir el proyecto en un saqueo).
En números
- u$s 132
- fue el precio que tuvo el crudo en julio de 2008. Fue el valor más alto de la última década. Tocó un piso de u$s 30 en 2016.
- u$s 58
- es la cotización actual del Brent, la referencia internacional para el barril de petróleo local.
En este punto cada compañía tiene bien guardada, y bajo siete llaves, su planilla de cálculos. Pero después la cuenta sigue porque se deben sumar los impuestos y las regalías.
Para resumirlo, en el sector se utiliza otra palabra en inglés: “break even”. Se traduce como la barrera de precio desde la cual hacia arriba un proyecto es rentable. En Neuquén hace no más de un año se habla de “break even” para los no convencionales por debajo de los 40 ó 35 dólares. Es decir que con un barril de 41 dólares se puede descorchar champagne en las oficinas.
Sin embargo, de inmediato todas las compañías recuerdan el principio rector plasmado en los párrafos precedentes: depende qué empresa, en qué yacimiento y con qué proyecto.
Esto se discutió mucho en Vaca Muerta durante 2016 cuando el precio internacional se hundió hasta los 30 dólares. En el mundo se decretó la muerte de los no convencionales hasta que en EE.UU. mostraron que aún en ese precio existía rentabilidad. En la Cuenca Neuquina mayoría buscó refugio en los proyectos de gas que además le hacían falta al país.
Para algunos la discusión de los costos de producción no suma ni resta a la industria petrolera porque al tratarse de un comodity obliga a tener competitividad internacional. Fin de la discusión. Sin embargo, en el trasfondo está el carácter que se busca para el sector energético en el país. Es decir, si Argentina necesita o puede tener un libre mercado sin la regulación del Estado. Para los liberales esto espanta al capital internacional necesario para desarrollar, por ejemplo, Vaca Muerta. En la práctica eso no parece ser una amenaza para las compañías y, como quedó demostrado, es una garantía para los consumidores y la estabilidad de los gobiernos. La clave es traducirlo, con sinceridad, como una política de largo plazo.
Por Jorge Lapeña, presidente del Instituto Mosconi
En las postrimerías de su gobierno, y movido por la necesidad de asegurar gobernabilidad ante la debacle del peso y la caída de las acciones y títulos argentinos, el presidente Mauricio Macri tomó una de las decisiones más trascendentes de su gestión: el congelamiento de los precios de la nafta y el gasoil por el termino de 90 días.
La medida se inscribió dentro de un conjunto de medidas económicas paliativas para amortiguar los efectos de la crisis cambiaria sobre los sectores más vulnerables.
Es muy interesante lo ocurrido con el congelamiento de las naftas y el gasoil, y del petróleo según lo establecido en el DNU 566/19, que mantienen los valores de precio y tipo de cambio vigentes al 9 de agosto.
La medida del Gobierno fue resistida por el empresariado reunido en IDEA, liderada en esta oportunidad por un empresario petrolero; también resistieron los Gobernadores de tres provincias petroleras y por varios intendentes de localidades cercanas a Vaca Muerta. En cambio contó con el apoyo del IAE Mosconi y del Sindicato de Petroleros Privados de Rio Negro Neuquén y la Pampa liderado por el Senador Guillermo Pereyra.
La decisión del presidente se judicializó con planteos ante la Corte por parte de los gobernadores y por parte de la empresa Vista Oil, en el fuero administrativo.
Más allá de estas acciones y declaraciones de los afectados, quedan para analizar en detalle varios temas de cara al futuro. El primero – y mas importante- sobre la viabilidad del petróleo de Vaca Muerta ante circunstancias no previstas de baja de precios internacionales que duren más de 90 días como la decidida ahora; por ejemplo, ¿que pasaría si el crudo se estabilizara en los precios medios de la década del 90, o, mas cercano del periodo 2014-2015?
¿Cuál será el futuro del Gas de Vaca Muerta cuando, muy pronto, finalicen los grandes subsidios a la oferta de la Res.46/17? ¿Qué sentido tenía decir que los valores de costo de producción del crudo tenían un “break even” de 35 U$S/b como varias petroleras y el segundo exsecretario de Energía del gobieno actual expusieron en seminarios –nacionales e internacionales- sobre el tema? ¿ autoengaño, o mentira lisa y llana?
¿Dónde va a quedar el optimismo de los economistas que estaban atemorizados por el inminente peligro de la “enfermedad holandesa” cuando vean a los petroleros asustados desafiar al Presidente , amenazar con paralizar inversiones en la Emergencia?
Finalmente tengo una gran pregunta: ¿cuál es la representatividad de IDEA para desafiar a un Gobierno que busca equilibrar el barco en medio de la tempestad política y en beneficio de 44 millones de personas? ¡Y no tengo respuesta!
Finalizo diciendo que quizás los ribetes tragicómicos de mucho de lo dicho y hecho en estas dos semanas en este tema lleven a un replanteo de fondo de este proyecto. La vida real es mucho más que un programa de televisión que nos diga y nos repita todas las semanas que Argentina tiene un gran futuro y que Vaca Muerta nos dará mas dolares que el campo.
Por José Luis Sureda, exsecretario de Hidrocarburos
Desde la desregulación de la actividad petrolera, en no pocas oportunidades fue necesario adoptar medidas de emergencia. Y la industria y las autoridades siempre fueron capaces de arribar a un consenso para atender la situación.
El Decreto de Necesidad de Urgencia 566/19 es una reacción intempestiva, visceral, a una situación que se repitió tres veces en el último año.
Pero esta vez el gobierno prefirió apelar a una suerte de castigo, tanto a las provincias como a la actividad privada.
El DNU no solo es contrario al espíritu de la industria, que jamás negó la necesidad de actuar frente a la crisis. También es una afrenta a las provincias petroleras porque desafía el futuro de la actividad sin permitir el diálogo que debe primar en toda democracia y, aún más, en los momentos difíciles.
Tomando como ejemplo a Neuquén, la provincia ofreció alternativas superadoras a la prepotencia del DNU, sabedora del poder destructivo del mismo. Es que este ni siquiera plantea una salida para el día 91, en un momento político que hoy aparece como incierto. Y facilita acciones futuras del mismo tenor.
No es saludable que, para solucionar un problema, haya que poner en riesgo la continuidad del único proyecto transformador de su matriz económica y social que tiene hoy por hoy nuestro país.
El día que Lopeteguí pidió más capitalismo para Vaca Muerta
El 12 de agosto Neuquén fue el escenario para el precoloquio IDEA Vaca Muerta. Fue una suerte de presentación ampliada para el mundo empresarial del principal proyecto económico del gobierno nacional. Tras el temblor de las PASO y el congelamiento de los combustibles, que puso un techo al barril de crudo, el cruce entre el secretario de Energía, Gustavo Lopetegui, y Guillermo Nielsen, uno de los asesores de Alberto Fernández, mutó de anécdota a una condena verbal.
Lopetegui, en el panel del que también participó el petrolero Guillermo Pereyra, chicaneó a Nielsen preguntándole si algunas de sus propuestas podían aplicarse dentro del capitalismo. Esa intervención desató el segundo aplauso cerrado del auditorio. El primero de los reconocimientos llegó cuando un asistente del público lo interrumpió para felicitarlo y compartir con el auditorio que su empresa, tras 45 años, había decidió invertir 5 millones de dólares (“todo lo que teníamos”, dijo) por las condiciones de mercado. Meses después el Estado intervino el mismo el sector y fijó los precios. Fue el mismo Nielsen quien se lo recordó a Lopetegui y devolvió los favores.
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