Ligadura de trompas: verdades y mitos del anticonceptivo más usado
Tiene una alta tasa de efectividad pero tiene dos contras: es irreversible y requiere cirugía. La muerte de una mujer por una presunta mala praxis, en Roca, generó conmoción, preocupación y muchas preguntas en torno a una práctica que es habitual.
La muerte de una mujer por presunta mala praxis tras una cirugía por ligadura de trompas, en General Roca, generó conmoción, preocupación y muchas preguntas en torno a la práctica. ¿Es tan común? ¿Es sencilla? ¿Es segura? ¿Qué pasa si con el tiempo me arrepiento? ¿Me puedo morir en la cirugía?
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), es el procedimiento anticonceptivo más usado a nivel mundial por su alta tasa de efectividad (99,5%). El número de mujeres que optaron por este método se estima actualmente en 140 millones en todo el mundo.
Según la guía de métodos anticonceptivos (MAC) elaborada por el Programa Nacional de Salud Sexual y Reproductiva del Ministerio de Salud, la ligadura tubaria es un método anticonceptivo permanente. Consiste en “la oclusión (mediante la ligadura, sección u obstrucción) bilateral de las trompas de Falopio, con el fin de evitar la unión del óvulo con el espermatozoide”.
La OMS señala que todos los anticonceptivos “suponen algún riesgo sanitario para quien los usa». Los riesgos de la ligadura de trompas “se limitan esencialmente a las complicaciones que sobrevienen cuando se practica la intervención quirúrgica”, aclara el organismo. La tasa de mortalidad es de 4,7 cada 100.000 procedimientos.
No podemos decir que una mujer no se muere por una ligadura de trompas. Es una cirugía y cualquier persona se puede morir en ella porque hay accidentes anestésicos y accidentes quirúrgicos. No es lo más frecuente. Es rarísimo, pero puede ocurrir»
Gabriela Luchetti, médica ginecóloga, docente e investigadora de la Universidad Nacional del Comahue, con gran trayectoria en salud pública y activista defensora de los derechos sexuales y reproductivos.
La ligadura tubaria «es uno de los métodos más usados en el mundo entero pero tiene dos contras: es irreversible y requiere una cirugía», indicó.
Antecedentes
La ligadura existe como práctica desde finales del siglo XIX, pero sus métodos se generalizaron hacia 1930. Por entonces, la mayor parte de esas intervenciones se hacía por razones médicas. En los 60’ se difundió y en los 70’ ya estaba considerada como método anticonceptivo de primera importancia.
«En Argentina la ligadura sistemática en mujeres pobres no pasó. Pero sí pasó en los años 60 en Centroamérica, Bolivia y Perú. Allí hubo ligadura compulsiva como forma de control social», explicó Gabriela Luchetti, médica ginecóloga, docente e investigadora de la Universidad Nacional del Comahue, con gran trayectoria en salud pública y activista defensora de los derechos sexuales y reproductivos.
«¿Y si me arrepiento?»
Luchetti destaca que es un derecho de la mujer elegir la ligadura pero aclara que “siempre debe ser objeto de una muy buena consejería, veraz y basada en evidencias».
Uno de los temas presentes es el del arrepentimiento. “La vida cambia y tenemos derecho a cambiar pero no podemos obligar al Estado y las obras sociales a que nos cubran el arrepentimiento. Es un tema clave pero igualmente la tasa de mujeres que se arrepienten no supera el 20%”, precisó Luchetti.
Existen factores de riesgo que pueden llevar a que una mujer se arrepienta de una decisión ya tomada: ser menor de 30 años, haber abortado o parido recientemente, y estar en situación de inestabilidad emocional en relación a una pareja que se está rompiendo. En estos casos el profesional cumple un rol fundamental. Para Luchetti, “no debe influir sino decirle que si está en alguna de estas situaciones, estaría bueno que lo repensara. Si después ella decide la ligadura es su derecho que se la hagamos porque ella la quiere y punto; no tiene que dar explicaciones”.
Si viene una chica de 18 años que quiere una ligadura tubaria es su derecho, pero tenés que explicarle muy bien que, por la cantidad de vida reproductiva que tiene por delante, está más expuesta al riesgo de arrepentirse. Sólo eso y de esa manera. Y eso es lo que queda asentado en un consentimiento informado”,
Gabriela Luchetti, médica ginecóloga, docente e investigadora
«Es un método más pero como es irreversible y quirúrgico debe ser objeto de una buena consejería. Consejería no es consulta médica es consulta empática de información y acompañamiento de la decisión que tome la mujer que está frente a una. Si es desinteresada, basada en evidencias, empática y no trata de imponer nada, está perfecto”, concluyó Luchetti.
En qué consiste la cirugía
Está considerada una cirugía “sencilla” porque sus índices de complicación son muy bajos y requiere una internación mínima de 24 horas y no superior a las 48. Puede realizarse a través de dos vías de abordaje: mini laparotomía (se hace una incisión suprapúbica transversal) o una laparoscopia (a través de dos o tres incisiones muy pequeñas, por las que se introduce una lente y las pinzas que se usarán para bloquear o seccionar las trompas). La operación la realiza un profesional calificado, en un quirófano, y con anestesia total o peridural.
No previene enfermedades de tranmisión sexual
Para las autoridades sanitarias, uno de los aspectos más importantes a tener en cuenta es que la ligadura no ofrece ninguna protección contra el VIH/Sida ni otras infecciones de transmisión sexual (ITS) por lo que se recomienda siempre el uso de preservativo como método de prevención. También hay que destacar que se sigue menstruando y ovulando en forma normal (ni más abundante ni más doloroso) no altera el goce durante la relación sexual; no se saca el útero; no provoca alteraciones del peso ni modifica el aspecto físico; y no tiene efectos secundarios a largo plazo.
Es un derecho, con garantía de ley
En nuestro país, la anticoncepción quirúrgica (ligadura de trompas o vasectomía) está garantizada por ley. En 2006, se sancionó la norma que la reconoce como un derecho de las personas mayores de edad y uno de los métodos de anticonceptivos disponibles (Ley 26130). Las provincias tienen la obligación de garantizar el acceso. Según datos oficiales del Ministerio de Salud de Río Negro, entre 2012 y 2018 se hicieron 5527 ligaduras de trompa en hospitales públicos. En Roca, fueron 529 en el mismo período y sólo el año pasado se realizaron 110.
Antes eran los médicos quienes decidían la práctica en caso de que un embarazo representara un riesgo para la salud. Con la ley, son las personas las que deciden si desean adoptar o no este método anticonceptivo.
Otro aspecto relevante de la ley es la gratuidad. La práctica está incluida en el Programa Médico Obligatorio por lo que las obras sociales están obligadas a cubrir el 100% y se hace gratis en hospitales públicos.
El caso de Stella Maris
Stella Maris Vega, de 37 años, vivía en General Roca, estaba casada y tenía 3 hijos. El jueves pasado ingresó al hospital Francisco López Lima para realizarse una ligadura de trompas mediante cirugía laparoscópica. Tres días después falleció. La familia presentó una denuncia ante la Justicia. Hasta el momento, la causa se investiga como presunta mala praxis. La mujer murió como consecuencia de una “sepsia generalizada que derivó en una falla multiorgánica”, reveló la autopsia. Según el dictamen de los médicos forenses, “este cuadro se habría producido por una perforación intestinal que habría tenido lugar durante la intervención». El hospital inició un sumario administrativo para determinar responsabilidades. La investigación judicial intenta reconstruir qué pasó en las horas previas al deceso.
Frente a la vasectomía, desigualdad de género
El Ministerio de Salud de la Nación admite que es “baja” la adopción de la vasectomía en la población pese a que está legalmente aceptada. En parte, lo atribuye a «algunas falsas creencias como la que identifica la fertilidad con la potencia sexual” vinculadas a estereotipos de género.
Hoy, la estadística indica que cada 37 ligaduras de trompas en mujeres, se realiza sólo una vasectomía. En 2018, se hicieron sólo 28 vasectomías contra 880 ligaduras de trompas en Río Negro. Para Seleny Welke, responsable del área de salud reproductiva de la provincia de Río Negro, “la traba es cultural y tiene que ver con el machismo. La mujer consulta más, está más ligada a todo su aparato reproductivo, sobretodo las mujeres que maternan”.
Testimonios en primera persona
«Me decidí por la ligadura de trompas cuando decidí que dos hijos era suficiente. Tuve que firmar permisos hasta el que decía que la clínica no respondía por cualquier cosa que me pasara. Fue doloroso. Se me infectó la cesárea justo en la cicatriz. No pude distinguir si el dolor que tenía era a partir de la operación o por la ligadura. Previo tuve una charla con la doctora, me preguntó si no quería más hijos y porqué”. Paula, 35 años
“Decidí ligarme las trompas, porque ya tengo 42 años y tres hijas. Hacerlo era algo que tenía en mi cabeza. Me hicieron firmar una autorización a mí y a mi pareja. Conocía de que se trataba, algunos pros y contras, tenía amigas que ya se la habían hecho y lo había hablado con mi ginecóloga. El procedimiento fue realizado en el mismo momento de la cesárea. No llevó mucho tiempo, yo estuve consciente en todo momento. El post operatorio fue normal con todos los cuidados que requiere una cesárea típica”. Agustina, 42 años
A los 40 me divorcié luego de tener dos hijos. Inicié una nueva relación y tenía la certeza de no querer más hijos. Sola tomé la decisión. Lo hablé con mi ginecólogo a quien no le gustaba mucho la idea, pero respetó mi deseo. Sola me interné, y sola me fui de la clínica. Me choca la cifra de cuántas mujeres se someten a la ligadura y cuántos hombres se hacen una vasectomía. El procedimiento en hombres es mucho menos invasivo y rápido. Sólo entendible porque somos las mujeres las que nos embarazamos. Liliana, 57 años.
Luego de cuatro hijos nacidos por parto natural, le dije al médico que no quería más hijos y me habló de la ligadura como un procedimiento sencillo y rápido. Me dio muchos detalles que agradecí porque nunca había estado en un quirófano. Lo que más me decidió es que la mutual me cubría todo. Fue un procedimiento común. No me acuerdo haber sufrido la recuperación. Estoy tranquila de habérmela hecho. María, 52 años.
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