Chacareros: llenos de gastos y con el cobro muy lejos
El pago de la temporada que pasó lo tendrán en diciembre. Van tirando con anticipos. Aquí explican cómo es vivir corriendo desde atrás.
Los meses de mayor movimiento con la cosecha quedaron atrás. Todo es color gris en las chacras, con heladas y lluvias que desarman los caminos internos. Por ellos van ahora haciendo poda los productores que resisten en la actividad. Corren desde atrás: entregaron la fruta en la temporada y esperan llegar a la liquidación 8 ó 9 meses más tarde. En diciembre sabrán cuánto les pagan, pero será con un peso devaluado. Mientras tanto achican costos y afrontan las tareas con las cuotas o anticipos que les da el galponero o la cooperativa para la que trabajan.
En una recorrida por las chacras de Roca, tres productores explicaron a “Río Negro” como hacen para sostenerse mientras muchos son absorbidos por los más grandes, vendieron, alquilaron o lotearon sus tierras.
Todos coinciden en que el circuito de la fruticultura los ubica en el último eslabón de la cadena. Dicen que son los que producen las peras y manzanas pero los últimos en cobrar.
Aquí no solo hay que saber administrarse con los vaivenes de la economía y el precio final que reciban, sino que trabajan también con una doble perspectiva: corto y largo plazo. Corto para resolver el día a día y largo para saber qué variedades plantar, sin una orientación autorizada que indique “esto es lo que va”.
“Nosotros no tenemos el número final a la vista. Sí tenemos gastos. Trabajamos día a día pero la ganancia la vamos a saber recién con la liquidación a fin de año. Y con esa plata empezamos a trabajar para la que viene. Es un sistema muy enredado”, explica Gustavo Villa. Tiene su chacra en Cervantes y produce peras y manzanas.
Para Rubén Galán “se terminaron” los años en que se cobraba la cosecha a los tres meses. “Para salvar la chacra y vivir hay que tener muy buena calidad y rendimiento, de exportación”, dice desde su chacra en Stefenelli. Considera que el mercado interno “no va” y hay que hacer 60.000 kilos por hectárea.
Rubén trabaja para una cooperativa y explica que el cobro final depende de la clasificación que reciba su fruta: primera, segunda, tercera o descarte. “Con la liquidación salís hecho o lográs alguna ganancia”.
Antonio y Cristian Palermo, padre e hijo, vienen de una mala experiencia con un galponero que les debe tres cosechas .
Desde que se asociaron a una cooperativa se sienten cómodos. “Ahora las cosas están claras. Todos los meses tenés tu cuota y a fin de año la liquidación”, cierra Cristian.
“Para producir tenemos capacidad. Te frena el no tener perspectivas. No saber si lo que estás generando es lo que va”.
Gustavo Villa, productor de 40 años, junto a su padre y hermano
“Nosotros no tenemos a la vista el número de lo que vamos a cobrar por la cosecha. Lo que sí tenemos son gastos para afrontar y hay que reducirlos al máximo”. Llegan el frío, la lluvia, los días grises pero Gustavo Villa no pierde entusiasmo ni velocidad en las palabras para explicar su realidad en la chacra, ubicada en el límite de Roca y Cervantes.
Se lo ve moviendo con el tractor una nueva plataforma podadora que compró para agilizar el trabajo.
Hijo de una familia de productores, trabaja con su padre y hermano en distintas chacras. Manejan muchas hectáreas con peras, manzanas y algo de nogales.
A los 12 años ya andaba arriba del tractor y hoy tiene 40. Mira hacia atrás y explica que antes el ritmo de la chacra era más tranquilo, que el tiempo se alargaba entre cosecha y poda. “Hoy, los que queremos competir vivimos muy acelerados. Hay que agilizar y ser lo más eficiente posible para achicar gastos, que nos quede un margen y poder invertir”.
Desde su experiencia, la combinación de mayor cantidad de kilos y calidad por superficie es lo que permite al productor sostenerse. “Si tenés calidad y pocos kilos los números no te cierran. Y si tenés muchos kilos y poca calidad no podés vender”.
También le da mucha importancia al color. “No importa tanto cuál es la variedad sino que la manzana sea roja. Así la busca el consumidor. Y si hay una roja en la góndola, al lado siempre ponen una verde. Entonces en la chacra también tenemos la Granny Smith”, indica Villa.
Las enseñanzas que le dio su abuelo siguen en práctica. “Él nos decía que hay que tener un poco de todo. Un año vale mucho una variedad, y al siguiente se dispara otra”.
El chacarero gira la cabeza y le apunta a una hilera de manzanas: “esa variedad de Granny que ven valía muy bien cuando la planté. Espero que siga así cuando llegue la cosecha”.
“¿Dejar la chacra? Toda la vida mi familia vivió de esto. Si hoy fuera rentable se podría hacer mucho más, como era antes”.
Cristian Palermo. Trabaja con su padre la chacra en las afueras de Roca.
Padre e hijo trabajan codo a codo todo el año. En medio de la crisis que vive la fruticultura se las ingenian para “poder vivir” con una chacra chica, de seis hectáreas. Son los Palermo, Antonio y Cristian.
El lote y la casa están a la vera de la ruta chica, cerca del viejo INTA. Tienen nuevas plantaciones de peras, actualizarán sus manzanos y ven con chances el futuro: ya producen orgánico y esperan cupo para el 2020.
“Yo tendría que haber dejado hace rato pero acá estoy. Nací y voy a terminar como chacarero”, lanza Antonio, mate en mano. Le falta poco para cumplir 80 años.
Llega Cristian desde la casa, tiene 40 y se suma a la nota. Cuentan que entre los dos hacen todas las tareas para achicar los costos que dispara el dólar. No pagan tractorista. Curan, riegan, desmalezan y mueven toda la fruta. Ahora están con la poda. Les llevará dos meses y un gasto de $200.000. Emplean a tres obreros rurales.
Describen las tareas tras la cosecha: movimiento de suelos, abono, reatado de las ramas, defensa por las heladas, curas y el raleo.
Vienen de una mala experiencia con un galponero. “Nos debe parte de la cosecha del 2013. Las del 2014 y 2015 íntegras. Sólo daba adelantos”, dice Cristian.
Desde hace tres años se sumaron a la Primera Cooperativa y cuentan que su situación mejoró y logran mejor margen . “Ahora las cosas están claras. Nada de aventuras raras con eso de que te pago y no te pago”, dicen padre e hijo. “Tenés tu cuota todos los meses y a fin de año la liquidación”, añaden.
Cuando se les consulta sobre la reconversión y qué plantar a futuro, Cristian explica que en pera ya tienen nuevas variedades . Aún conservan un sector de la chacra con monte tradicional que piensan cambiar. Ya fueron al INTA para ver una parcela con variedades nuevas de manzanas. Desde la cooperativa reciben asesoramiento en ese sentido.
“Si querés que la planta tenga vigor y de fruta con buena calidad, hay que darle de comer todos los años. Esto es poner y poner”.
Rubén Galán, 65 años, con una chacra de 5 ha. en Stefeneli
“Toda mi vida estuve acá. Vamos por la cuarta generación de una familia de chacareros. Arrancó mi abuelo y siguió mi padre. Ahora me toca a mí y allá al fondo del cuadro de manzanas lo ves a mi hijo podando. Así estamos… Veremos si nos dejan seguir en la actividad”.
Quien habla es Rubén Galán, de 65 años, mientras enseña a “Río Negro” su chacra de 5 hectáreas que ya empieza a ser rodeada por la urbanización en el barrio de Stefenelli. En total suma 9 con otro lote más alejado. Allí producen tres variedades de ciruelas, peras Williams y Packham´s y manzanas Chañar y Galaxy.
El hombre está a punto de jubilarse como trabajador en Aguas Rionegrinas, lo que le permitió tener un sueldo fijo y amortiguar la incertidumbre de no saber cuándo, cuánto y cómo le pagan la cosecha.
Dice que ya quedó en la historia el tiempo en el que se cobraba todo a los tres meses del ciclo de producción. Ahora no sabe lo que le van a liquidar hasta fin de año. En diciembre, la Primera Cooperativa a la que le entrega su fruta le dará la clasificación y lo que valió según sea de primera calidad, segunda, tercera o descarte. “Salís hecho, perdiste o lográs alguna diferencia” sentencia Galán. Hasta que le paguen, en el mientras tanto, recibe una cuota mensual para sostener la actividad.
Calidad y rendimiento son las consignas en su chacra. Y para eso hay que tratar muy bien la planta. “Si no le das buena comida (abono), podás y curás bien, de nada sirve hacer 60.000 kilos por hectárea: tu fruta irá directo a descarte”.
Para intentar cubrirse por esta situación de debilidad ante el comercializador, Galán dice que “no hay que esperar a que ellos te clasifiquen al final. Nosotros mismos nos tenemos que hacer de la calidad y tener siempre lo mejor en producción. Uno sabe como viene la fruta y si está bien hecha no hay sorpresas”.
Valores
- $ 200.000
- El costo de la poda para una chacra de 6 hectáreas. El podador gana $1.200 por día aproximadamente.
- 50.000
- El valor a precio dólar de un tractor. En una chacra estándar que utiliza tres tractores, se necesitan 1.400 litros de gasoil al año.
- 15.000
- El costo en dólares por hectáreas de una malla antigranizo para proteges la producción en las plantas.
• Desplazamiento y último riego.
• Poda: la tarea más importante para mantener la planta en condiciones y lograr un buen rendimiento. El trabajo suele llevar dos meses en promedio.
• Cura de aceite y polisulfuro
• Reatado de las ramas sueltas por el corte de hilos.
• Heladas y granizo: tareas de prevención. Riego por aspersión, con bomba, por manto, según la condición de cada chacarero.
• Movimiento de suelos y abono. Se utilizan 300 kilos por ha. aproximadamente.
• Carpocapsa: colocación de los dispenser
• Raleo: Luego del cuaje, a fines de octubre y primeros días de noviembre. Se realiza para regular la carga de la planta.
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