Nueve cruces en el cementerio de los argentinos en Malvinas aun no tienen nombre

A 37 años del fin de la guerra, el excombatiente Julio Aro explicó cómo se identificaron los restos de 113 efectivos que yacían bajo la leyenda “Soldado argentino solo conocido por Dios”. Qué falta para terminar la tarea humanitaria por la que fue propuesto al Nobel de la Paz.

Apenas nueve cruces del cementerio de los argentinos en Darwin no tienen nombre. A 37 años de ese 14 de junio de 1982 en que cesaron los combates en las islas, aun hay familias que esperan que los análisis genéticos identifiquen los restos de sus seres queridos para tener por fin un lugar donde despedirlos.

Por fin. Tras las identificaciones, en distintos viajes los familiares de los caídos pudieron despedirse de sus seres queridos.


La Fundación No me olvides no se detiene y sigue dando impulso a los exámenes de ADN para que puedan cerrar esta dolorosa historia quienes perdieron un hijo en el archipiélago durante el otoño de 1982.


“Las balas y bombas destruyen, pero lo que te mata es el olvido porque hay gente que se rasga las vestiduras cada 2 de abril y al día siguiente pasan a otra cosa. Nosotros estamos los 365 días”, cuenta el presidente de esa entidad, Julio Aro, un excombatiente del Regimiento de Infantería Mecanizado N° 6 de la ciudad bonaerense de Mercedes.

Julio Aro durante su visita a Viedma y Patagones


Luego del conflicto armado, al volver al continente estudió Educación Física y se radicó en Mar del Plata, donde arrancó con este proyecto humanitario.


En 2008 regresó a Malvinas. Al visitar el cementerio de Darwin, donde yacen los cuerpos de los argentinos caídos en las batallas con los británicos, se sorprendió al ver que prácticamente la mitad de las tumbas (121 en total) decían “Soldado argentino solo conocido por Dios”.

La puerta del cementerio es chica, pero me paro ahí y mirando a las tumbas les digo ‘Acá estoy, no me olvido de ustedes’. ¿El Nobel de la Paz? No buscamos eso. Nuestro premio es el abrazo de esas madres…”

Julio Aro


Empezó a moverse ese mismo año, cuando fue invitado a Londres . Allí, se encontró con el militar británico Geoffrey Cardozo, enviado a las islas en 1982 como especialista en estrés postraumático y para atender cuestiones de indisciplina de las tropas británicas. En el archipiélago tuvo que fundar el cementerio de Darwin ante la aparición masiva -con el deshielo- de cadáveres.

Cooperación. Aro recibió del británico Cardozo todos los datos sobre las sepulturas.


“El 17 de octubre de ese 2008 -apuntó Aro- el militar británico me entregó un sobre de madera con los lugares donde encontró los cuerpos y un detalle sobre cómo los revisó, envolvió y enterró. A partir de ese informe y las coordenadas -agregó- empezábamos a trabajar”.

Cardozo registró cada detalle de los entierros.


Pero faltaba una decisión política y la burocracia no les permitía llegar a la entonces presidenta Cristina Fernández de Kirchner.


Con “No me olvides”, desde 2009 le empezó a darle un marco formal a esta iniciativa y se le ocurrió entregarle una carta al músico británico Roger Waters cuando vino a un recital a la Argentina. Tras ello fue recibido por la mandataria. Y allí se abrieron las primeras puertas porque Waters hizo de nexo. Luego, la presidencia de la Nación envió una carta al Comité Internacional de la Cruz Roja para encarar la labor de identificación.
Sin embargo “hubo que zanjar diferencias políticas para encasillar el proyecto en una cuestión humanitaria”, recuerda Aro, quien recorrió el país para que las familias de los soldados les transfirieran sus datos genéticos.

“Las balas y bombas destruyen, pero lo que te mata es el olvido. Hay gente que se rasga las vestiduras el 2 de abril. Nosotros estamos los 365 días”

Julio Aro

La Cruz Roja Internacional puso al mejor equipo de antropología forense. Entre ellos, el chileno-argentino y jefe del proyecto humanitario del Comité, Morris Tidball-Binz, junto con Luis Fondebrider miembro fundador del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) y otros profesionales mexicanos y británicos.

Tres laboratorios
En las islas se instalaron tres laboratorios dentro de contenedores. En uno de ellos había un escaner que permitió detectar cartas y anillos. Según el excombatiente “fue el trabajo más austral del mundo con resultados positivos ciento por ciento. Se les hacía firmar un consentimiento a las familias porque debían ser las primeras en enterarse si el hallazgo de su hijo era positivo o negativo”, relató. También destacó el nivel superlativo del trabajo de los profesionales y su gran calidad humana.

En las islas. Los científicos durante los trabajos.


Durante los combates, Aro logró salvar a dos compañeros pero no pudo con otros tres, que más tarde fueron identificados: Chávez, Bordón y Valvidares. A los tres se les rindieron homenajes en la provincia de Buenos Aires.
En octubre de 2017 se pudo devolver la identidad a los primeros 88 héroes argentinos. Luego, gracias al impulso del trabajo conjunto, lograron llegar a 113.
Lo que queda para Aro y su grupo es “la deuda pendiente” de los nueve restantes. En ese sentido, detalló que según lo que se pudo registrar en el cementerio, hay una tumba que dice Sánchez (el equipo de antropólogos aun no estableció su identidad) y en la que están los restos de otros tres soldados de los que se desconocen sus nombres.

Explicó también que una segunda etapa se circunscribe a una campaña de concientización para que algunos familiares puedan acercarse a la Fundación en virtud de que “ni el Estado argentino ni el Ejército tienen un listado de muertos”.
“Todavía hay familias de Chaco que no saben si su hijo fue a la guerra, volvió o murió en un accidente. Frente a esto, pedimos que la gente se acerque, porque además nosotros no vivimos de Malvinas sino por la causa. Es parte de nuestra cura la identificación de cuerpos”, agregó.
“La puerta del cementerio es chica. Me paro frente a ella y mirando a las tumbas les digo ‘acá estoy, no me olvido de ustedes’. Entonces vuelvo reconfortado y con menos odio”, concluyó.

El voluntario Pizarro, el 113

La Secretaría de Derechos Humanos y Pluralismo Cultural de la Nación informó recientemente de una nueva identificación positiva en el marco del Plan Humanitario Malvinas. Con esta localización ya son 113 los soldados argentinos identificados en el Cementerio de Darwin.
Se trata de Néstor Osvaldo Pizarro, oriundo de Oliva, Córdoba, que se encontraba trabajando en la localidad de Lanús, provincia de Buenos Aires, cuando se alistó como voluntario para ir a la guerra. Tanto en su provincia natal como en su lugar de residencia, Pizarro fue homenajeado en distintas oportunidades.

Rosas por la paz. Una distinción que recibieron en Londres en 2018 Geoffrey Cardozo, Julio Aro, Gabriela Cociffi y Roger Waters.

La notificación fue recibida por su hermana Elda Beatriz Pizarro en las instalaciones del Archivo Nacional de la Memoria, ubicado en la ex ESMA. Ella misma había aportado la muestra de ADN y al respecto se manifestó: “Todos tenemos derecho a saber en dónde están enterrados nuestros familiares”.
Por su parte, el secretario de Derechos Humanos y Pluralismo Cultural de la Nación expresó: “Siempre es muy emotivo comunicar una nueva identificación. Estamos cada vez más cerca de concluir este exitoso plan”. Además, el funcionario agregó que “el Plan Humanitario Malvinas es producto del trabajo en equipo y del compromiso del Estado argentino de dar respuestas a la sociedad en su conjunto”.

La historia contada en primera persona

En el marco de una reciente visita a Patagones, Aro brindó una emotiva charla a estudiantes de 5º y 6º año de las escuelas secundarias de la vecina ciudad y también a cadetes de la Policía de Río Negro.

Julio Aro en la charla en Viedma. Foto Marcelo Ochoa


Relató sus vivencias como presidente de la mencionada fundación en el proceso de exhumación de unas más de cien tumbas, junto a personal de la Cruz Roja, con el objetivo devolverles la identidad a los soldados que se encontraban enterrados como NN en Darwin.
Los últimos dos meses, la Comarca fue escenario de distintos actos de homenaje a los caídos en esa guerra, y precisamente a 37 años de un fatídico 2 de mayo, un grupo de nadadores y guardavidas de Mar del Plata, junto al representante olímpico José Meolans, recorrieron las costas del río Negro desde el Parque Ferreira hasta la Escuela Provincial Náutica bajo el lema “Nadar para no olvidar”.
Este es un grupo que visita diferentes costas del país a fin de mantener viva la llama de Malvinas en toda la población. En este caso, acompañaron a los veteranos de guerra de la provincia de Río Negro.
En marzo pasado, el Concejo Deliberante de Mar del Plata y la universidad local, decidieron promover una campaña para que Aro junto con Cardozo, sean convertidos en premios Nobel de la Paz por su labor humanitaria en la recuperación de identidad de los fallecidos.

El excombatiente Julio Aro. Foto Marcelo Ochoa


Julio Aro recibió en 2018 la distinción “Dos rosas por la Paz” en la embajada argentina en Londres, junto al ex líder de Pink Floyd, la periodista Gabriela Cociffi –quien también tuvo un rol preponderante en las tareas– y Cardozo.
Además de este proyecto, con la Fundación No me olvides Julio Aro ha llevado adelante otras tareas solidarias y humanitarias como la contención de los familiares de caídos en Malvinas y ayuda a colegios.

El vital aporte del Equipo Argentino de Antropología Forense

El Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) celebró recientemente sus 35 años de vida. Entre otras personalidades, estuvieron presentes en el acto la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto y la antropóloga Mercedes Doretti, una de las fundadoras del grupo. El EAAF es una organización científica, no gubernamental y sin fines de lucro que aplica las ciencias forenses –en especial la antropología y arqueología forenses– a la investigación de violaciones a los derechos humanos en el mundo.

El excombatiente Julio Aro destacó la gran calidad humana y el superlativo trabajo de los científicos en las Malvinas.


Se formó en 1984 con el fin de investigar los casos de personas desaparecidas en Argentina durante la última dictadura militar (1976-1983). Actualmente, el equipo trabaja en Latinoamérica, África, Asia y Europa.
Su prestigio internacional los ha llevado a intervenir tras los crímenes del apartheid en Sudáfrica, las masacres en Timor Oriental y en Kurdistan, las femicidios de Ciudad Juárez y la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, entre muchos otros casos. Los resultados de las investigaciones sirven a un doble propósito: informar a los familiares de las víctimas lo que ha sucedido con sus seres queridos y en el caso de que se recuperen los restos son restituidos a sus familias. Conocer la verdad sobre los crímenes ocurridos y poder enterrar a sus seres queridos es parte del proceso de duelo y recuperación de las familias y las comunidades afectadas por las guerras, la violencia y la represión. Su aporte, claro, también fue vital en la identificación de los restos de los soldados argentinos caídos en Malvinas.


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