Cómo trabaja la justicia para detectar casos de abuso infantil en la web

Los casos del médico del Garrahan y el ex árbitro de fútbol encendieron una alerta sobre lo que ocurre en la web. Cómo se trabaja desde el Ministerio Público Fiscal para detectar las computadoras desde las que se realiza el delito y dar con los agresores.

El caso del pediatra del Garrahan, detenido y acusado de producir y distribuir imágenes de abuso infantil, y el del ex árbitro de fútbol imputado por grooming, encendieron las alarmas: algo aberrante puede ocurrir allí donde menos se lo espera, camuflado en la supuesta normalidad. Y efectivamente ocurre. Por citar un ejemplo, en todo el año pasado, en la provincia de Río Negro, se iniciaron 24 legajos por distribución y tenencia de pornografía infantil, según los datos del Ministerio Público Fiscal. En lo que va de este año, ya hay 22.


“El pedófilo, el que hace grooming, son personas comunes y corrientes, que no se detectan a simple vista; que tienen una vida oculta. No tienen un perfil socioeconómico determinado. Hay profesionales y gente sin formación, hay ricos y humildes”, alertan desde la Justicia.

Hace un año, Río Negro creó el protocolo general de actuación del Ministerio Público Fiscal en casos de ciberdelitos, ante la creciente criminalidad nacida del uso de medios informáticos.

El procurador general Jorge Crespo, asegura que desde entonces, “las investigaciones en relación a este tipo de delitos han aumentado. Eso no quiere decir que hay más delitos sino que estamos en mejores condiciones de investigar y de atrapar a las personas inmersas en el grooming y la pornografía. La situación no difiere a la del resto del país. Es una situación que nos preocupa en Río Negro y por eso investigamos a estos agresores. Lo que nosotros tenemos es una ventaja comparativa porque contamos con determinada logística que nos coloca en mejor posición frente a la posibilidad de esclarecer el delito”, subraya.

Todos los niños tienen acceso de una manera u otro a la tecnología por lo cual están expuestos a recibir todas estas comunicaciones sin ningún tipo de filtro. Por eso es muy importante que los adultos estemos muy atentos a lo que nuestros chicos hacen con las computadoras. El tema no es estar paranoico, sino atento”

Jorge Crespo, procurador general de la provincia de Río Negro

David Baffoni, es coordinador de políticas informáticas. Es la persona a la que le suena la alarma cuando hay un caso de tráfico de pornografía infantil en la provincia; es el que debe determinar en qué computadora está ocurriendo, y el que le da aviso al fiscal correspondiente para que se haga el allanamiento y se secuestre el material informático que posteriormente se analiza.
Todos esos casos -explica Baffoni- pueden llegar a la justicia de dos maneras:
1.- “Desde otros países, como el caso del pediatra del Garraham. En Estados Unidos, funciona el Centro Internacional para Niños Desaparecidos y Explotados (NCMEC, por sus siglas en inglés). Por ley, todos los prestadores (Facebook, Gmail, Instagram, etc) deben monitorear todo el tiempo palabras claves, o fotos (si hay imágenes de desnudez). Si detectan que alguna de esas palabras o imágenes pueden tener relación con pornografía infantil generan un reporte al NCMEC y ese reporte automáticamente determina el IP (el número que identifica a la computadora en el momento en que se conecta). En función al IP, el reporte se redirige al país que corresponde. En Argentina, el cuerpo de investigación judicial de la ciudad de Buenos Aires solicitó que todo lo que sea del país llegue ahí. Y luego, cada provincia tiene un punto de contacto. En Río Negro, el punto de contacto soy yo. Entonces, cuando llega un reporte de tráfico de pornografía infantil y es de Río Negro, la gente de Buenos Aires me notifica; lo analizo y determino a qué circunscripción corresponde. En base a eso, me contacto con el fiscal a cargo, le trasmito el reporte, le doy un resumen técnico y lo acompaño durante la investigación”, cuenta Baffoni a “Río Negro”.

2.- La otra manera es a partir de “un trabajo interno. Un padre o una madre detecta que un chico está hablando de forma inapropiada o mandando imágenes o fotos a un desconocido. Hace la denuncia, y cuando esa denuncia llega a la fiscalía, la fiscalía inicia la investigación”, cuenta.
Crespo insiste en el que tema es preocupante “porque todos los niños tienen acceso de una manera u otro a la tecnología por lo cual están expuestos a recibir todas estas comunicaciones sin ningún tipo de filtro. Por eso es muy importante que los adultos estemos muy atentos a lo que nuestros chicos hacen con las computadoras. El tema no es estar paranoico, sino atento”, subraya el procurador.


Para seguir el rastro que deja la circulación de ese material, hay que actuar rápido. Y estar muy actualizado, porque uno de los temas con los que se enfrentan es con la actualización permanente. “Tenemos que actualizarnos mes a mes”, explica Baffoni. “Con la tecnología, cambian los métodos y las formas den que estos delitos se pueden cometer. Nosotros contamos con una herramienta, de la empresa israelí Celebrity, que es la número uno para todo lo que es delitos con dispositivos móviles, que no tiene nada que envidiarle a Scotland Yard”, se alegra.

Pero para que la investigación llegue a buen puerto es importante que las víctimas no borren las pruebas (aunque algunas se pueden recuperar ) y que de manera “urgente se haga la denuncia, porque cuanto más rápido se haga la denuncia, más rápido se llega a estas personas, que son muy hábiles para borrar sus huellas”, advierte Baffoni.


Tanto Crespo como Baffoni, insisten en un punto esencial: el diálogo con los más chicos, y darles las herramientas para que puedan navegar sin riesgos en el mar de la web.


Tres errores que cometen los padres



David Baffoni, que da charlas en escuelas para padres e hijos, compartió con «Río Negro», tres errores básicos que cometen los padres al permitir que los más chicos utilicen distintos aparatos tecnológicos.

1

Pensar que lo que pasa en internet queda en internet

que porque el nene o la nena está en su habitación, mirando una pantalla, no hay riesgos. Eso es una falacia. Aunque nunca se lleguen a conocer, los daños que generan esa extorsión, son enormes. Cuando el groomer le pide a un menor que le mande fotos, está produciendo pornografía infantil. Y lo está corrompiendo. Y todo eso, sin salir de la habitación”, sostiene Baffoni.

2

Dar heramientas sin prepararlos.

"Les damos a los chicos un celular conetado a internet y no les decimos cómo usarlo de manera segura. Cuando un padre quiere que su hijo aprenda a manejarse solo en la calle no le abre la puerta un día y lo deja solo en la calle. Primero lo acompaña, le enseña a cruzar la calle, le dice cómo funcionan los semáforos, etc. Acá es al revés. Uno le da a un chico un celular y no lo advierte de los preligros”, sostiene.<

3

Decir yo no entiendo nada, él se maneja bien con la tecnología

"Como padre, uno está obligado a entender cómo son las plataformas. Para poder alertar a alguien hay que saber cómo se manejan en esos lugares. Uno no puede hacer un control si no sabe de qué se está hablando. UNo tiene que saber sobre tecnología. Y lo más importante de todo: el diálogo con los chicos”, concluye el experto, Baffoni.


Cómo actua el acosador


“El acosador genera perfiles falsos, y se hace pasar por un par. Pero, en un momento, empieza a hablarle de cosas de contenido sexual. Si el nene dice algo de contenido sexual, el groomer hace una captura de pantalla. Y ahi empieza la fase de extorsión: le pide un video o una foto, bajo amenaza de mostrar lo que ya tiene en su poder a sus pares o sus papás. En la desesperación, accede a las demandas, y esto es una bola de nieve, que no para”, detalla Baffoni.


La mamá de Cipolletti que pelea contra el abuso online


Rosa, en una de las marchas por el grooming.

La vida de Rosa Castro cambió para siempre hace diez años. Hasta entonces trabajaba en una farmacia, planeaba las vacaciones junto a su familia, “era una ciudadana de nivel medio, con una vida segura”. Pero en 2009, su hija de 13 años fue abordada por un abusador a través de un chat. Cuando Rosa se enteró, porque su hija le contó, lo denunció, y lo llevó a juicio.
“En el medio del proceso, el abogado de él nos dice que el defendido acepta los cargos, pero que eso que él hace se llama grooming, y en Argentina eso no es delito”.


Desde ese día y hasta ahora, Rosa Castro, junto a una mamá de Buenos Aires que había pasado por una historia similar, dedicó todo su tiempo y esfuerzo en convertir al Grooming en un delito sexual. Y lo logró: el 13 de noviembre de 2013 se sancionó la norma que pena con prisión de seis meses a cuatro años al que, por medio de comunicaciones electrónicas, contacte a una persona menor de edad, con el propósito de cometer un delito contra la integridad sexual de la misma.


El caso que conmovió la vida de Rosa es conocido. Pedro Fadelli, finalmente condenado, “se hizo pasar por un chico de 14 años, aunque resultó ser un adulto que además, era mi jefe. El tipo entra en mi casa -y esto es importante de remarcar- porque a través de una pantalla entra a la casa, y uno minimiza la influencia de esa pantallita. Aborda a mi hija a través de la computadora y cuando mi hija habilita la cámara para ver quién era, él se muestra desnudo, sin mostrar la cara. Fueron varias charlas así, en las que él se muestra desnudo y hasta se masturba en cámara. Un día, él le pide encontrarse y ella le dice que no. Y entonces, mi hija me lo cuenta. Ahí empieza el trabajo de investigación por el que descubren que no sólo era un adulto, sino que era mi jefe, con el que yo había trabajado once años”, cuenta y llora Rosa.


Ese hecho fue bisagra en su vida. Hoy, junto a Roxana Domínguez (la madre que luchó con ella para convertir al grooming en un delito sexual) encabezan la ONG Mamá en línea, con la que dan talleres en las escuelas, trabajan en prevención y en contención de familiares de víctimas de grooming . “Cuando se aprobó la ley nosotros empezamos a trabajar en la prevención porque nos dimos cuenta de que la ley no salvaba a nadie. Sirve una vez que había ocurrido el hecho, pero el dañado ya estaba causado”, dice, firme.


La vida de Rosa es distinta hoy. “Soy otra.Trabajo cuando puedo, y tengo menos que lo tenía, pero soy feliz. Mi hija está viva y se plantó en la vida de otra manera. Y viste que muchas veces uno dice: que alguien haga algo, bueno, ese alguien tuve que ser yo. Por eso me peleo con muchos. Yo sé a quién votar cada vez que voto. Pero no me pongo una bandera porque sé que mi trabajo es para los chicos. Y da bronca porque yo suponía, como ciudadana común, cuando peleábamos por el proyecto en el Congreso, que esos tipos de traje y corbata nos representan, pero no nos daban ni cinco de pelota. Pero vamos a seguir, y ahora, vamos por la perpetua para abusadores”.


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