20 años del estallido del 2001 que desenmascaró la crisis en Neuquén

La provincia, bajo el mando de Jorge Sobisch, no fue ajena a lo que ocurrió en el resto del país. La desocupación escalaba las dos cifras y estaba envuelta en paros y movilizaciones. Los saqueos a supermercados, la postal más dolorosa.

“20 años del 2001”, a secas, alcanza para entender la efemérides. Fue el mayor derrumbe social que atravesó el país, al menos, en su historia reciente y tuvo consecuencias dramáticas en la región, incluso la de una mujer fallecida en el contexto de los saqueos, en la ciudad de Cipolletti.

La provincia de Neuquén llegó al 19 y 20 de diciembre de ese año con una tensión social que se había ido amontonando durante todo el mes. Un intransigente paro de sindicatos estatales, dispuestos a resistir el pago de los salarios con Lecop, había puesto en jaque a los servicios de la administración pública. La Legislatura tampoco podía sesionar para autorizar la medida de emergencia que reclamaba el entonces gobernador Jorge Sobisch porque los gremios habían instalado una carpa que bloqueaba los ingresos.

El 11 de diciembre, el mandatario impuso su decisión por decreto y acusó a la dirigencia estatal de haber formado “una patota para amedrentar”.

La respuesta, una marcha multitudinaria de trabajadores, los despedidos de Zanon y universitarios que derivó en varias horas de represión, sirvió de antesala: faltaba solo un chispazo para que los sectores desorganizados también salieran a hacer oír su bronca.

“Creo que el sector público, que estuvo muy movilizado esos años, de alguna manera fue una escuela de protesta. Esa señal de salir a la calle fue sembrada en la gente que por ahí no estaba orgánicamente formada, que no estaba acostumbrada a protestar, que eran vecinos”, describió Julio Fuentes, por entonces secretario general de ATE.

El dirigente recordó que fue el 2001 fue «de mucha decepción” como pueblo, tras haber intentado superar al menemismo con el gobierno de La Alianza, cuyas recetas finalmente fueron las mismas. “Fue un año donde perdimos las esperanzas”, aseguró.

En el conglomerado de Neuquén-Plottier, el índice de desocupación era del 16,7%, el segundo más alto desde que habían comenzado las mediciones, en 1976. En el primer semestre del 2000 había tocado el 17,7%.

La pobreza trepaba al 29,9%, un índice que 20 años, algunas interrupciones y cambios de metodología después, hoy arroja un 40,6% para la población de la ciudad capital.

Jorge Marillan organizaba la entrega de bolsones de comida con la CTA de los barrios. Foto: Florencia Salto.

“La única contención que tenía la provincia en ese tiempo era la ley 2128, que entregaba un subsidio de 150 pesos a desocupados. Sobisch ejercía un monopolio absoluto de la ayuda social a través del partido. Ni las iglesias ni las organizaciones sociales podían participar”, afirmó Jorge Marillan, exdirigente de ATE que, por entonces, organizaba los pedidos de bolsones de alimento a través de la CTA de los barrios. “Era entregar un kilo de azúcar, un kilo de harina, un paquete de arroz y para la gente eso era recontra importante porque no había otra cosa, la provincia no tenía política social de contención”, relató.

La central sindical era la única agrupación con algún grado de presencia en los sectores de desocupados o de la economía informal en aquel momento. Diciembre del 2001 también cambiaría esa configuración.

En las jornadas previas al 19 y 20 de diciembre, Marillan formaba parte del grupo que trataba de negociar con el municipio de Neuquén y los hipermercados Casa Tía, La Anónima, Walmart y Jumbo la entrega de alimentos para las fiestas. “Eran tiempos donde no había redes sociales, no había Whatsapp, y nos sorprendió que aparecieron 400 vecinos”, contó.

Fue apenas una muestra. El hambre y la necesidad estallarían en la tarde del 19 con el saqueo de dos supermercados del oeste: el Bomba de Catriel y Antártida Argentina y el Topsy del barrio San Lorenzo, en Godoy casi Belgrano.
En la televisión se anunciaba la renuncia del superministro de Economía, Domingo Cavallo, mientras ambos locales inauguraban el descalabro en el que se convertiría la ciudad en las horas siguientes. En algunos lugares del interior como Centenario y Cutral Co, el escenario era similar.

En números

16,7%
era la desocupación en Neuquén a octubre del 2001. El último registro conocido este año arrojó la mitad, un 8,2%
29,9%
era la pobreza en el mismo período. Este índice, que luego cambió de metodología, alcanza en el 2021 el 40,6%.

“Piensen que estamos abajo del mar y lo único que tenemos es una pajita; mientras no se levante la marea, vamos a poder respirar”. El gobernador Sobisch bajó ese mensaje a su equipo en las reuniones de gabinete donde se intentaba organizar el caos.

Para el 20 de diciembre, la devastación en la zona era total. La cadena de supermercados Topsy-Bomba, que contaba con casi una veintena de sucursales en todos los barrios de la capital, había sufrido la destrucción de al menos 12 locales.

“No creía en una policía que actuara con una actitud meramente represiva. Por eso creo que en ese momento, si bien fue a costa de un esfuerzo muy grande, porque a los efectivos se los apedreaba, era una situación muy tensa, pudimos trabajar conteniendo esta demanda sin tener las consecuencias que hubo en otras jurisdicciones”, evaluó la entonces subsecretaria de Seguridad y Trabajo, Alicia Comelli.

La funcionaria, quien por el 2001 tenía 30 años, analizó que las economías comenzaron a reestablecerse con la caída de la convertibilidad, en particular provincias como Neuquén asociadas al precio del barril de petróleo. “Fue más rápida la recuperación de 2003 que los tiempos de la hiperdesocupación de 1998 en adelante y eso tuvo que ver con el cambio de rumbo económico”, detalló.

Dos décadas después, todavía insiste en que “la Argentina supo, con experiencias muy duras, poder salir de esa coyuntura desde los procedimientos institucionales. “Fue un acto de madurez haber podido salir con los mecanismos democráticos que la Constitución exige”, aseguró.

Tras los incidentes hubo detenidos, pero ninguna condena. Archivo Río Negro, Yamil Regules.

Los saqueos del 19 y 20 de diciembre en Neuquén dejaron un saldo de 150 detenidos, aunque las causas tramitadas por los disturbios terminaron archivadas o sin condena. La policía realizó numerosos operativos por los barrios de la capital para tratar de dar con el mobiliario robado de los supermercados y de la sede de Acción Social, de la cual desconocidos se llevaron más de 100 computadoras con la información de unos 40.000 beneficiarios de planes sociales de la provincia.

Algunas fueron recuperadas, pero organismos de derechos humanos denunciaron que los operativos resultaron en “cacerías” donde se terminaban llevando aún los alimentos de las viviendas allanadas.

El gobernador Jorge Sobisch anunció en la jornada del 21, cuando los ánimos comenzaban a calmarse, la puesta en marcha de un mega plan de emergencia para contener a los sectores que habían evienciado el hambre.

En 48 horas distribuyó bolsones de alimentos a unas 35.000 personas de la provincia a través de una red de comisiones vecinales, municipios y organizaciones intermedias que no incluyeron a partidos de la oposición ni a las iglesias, que pusieron en cuestión el tinte “asistencialista” del operativo.

Para los comercios saqueados, la Legislatura aprobó un fondo de asistencia de unos 2 millones de pesos que se otorgó a los afectados en dinero o execiones fiscales. Sobisch ganó un tercer mandato en el 2003.

“Yo les agradezco, pero saquen a los chicos y váyanse cuando empiecen las piedras”, dijo el dueño. Archivo Río Negro.

“Yo estuve bastante tiempo de la peor noche atrincherado en el depósito central con los empleados nuestros. Teníamos una suerte de armas caseras por si se llegaban a meter”. El recuerdo del 2001 para Alfonso Sahores, integrante de la familia propietaria de la entonces cadena Topsy-Bomba, es de “un golpe anímico bastante fuerte”.

Al menos 12 de 16 sucursales de Neuquén capital fueron “salvajemente atacadas y saqueadas” en esas jornadas del 19 y 20 de diciembre, según comunicaba su dueño, Luis María Sahores, en una solicitada que publicó este diario algunos días después. “Tres fueron salvadas por la valiente y espontánea defensa de amigos, vecinos y empleados”.

Alfonso distinguió que esos episodios fueron la excepción, pues en la mayoría de los locales “una vez desencadenados los hechos y haber ingresado algunos violentos, los mismos vecinos que eran clientes de todos los días aprovecharon la situación y se metían a sacar cosas”. “Yo creo que la gente se dejó llevar por una situación de necesidad y aprovechó. Después volvió a comprar como cualquier día”, sostuvo.

Para él, no hubo trato diferencial de la policía con los hipermercados respecto de Topsy y otros comercios de barrio, sino que “fue totalmente desbordado, realmente muy grande”. “Yo creo que nos defendieron hasta donde pudieron”, sintetizó.

Ana y Gustavo Capriolo, integrantes de la familia dueña del tradicional supermercado. Foto: Florencia Salto.

Otro supermercado que se salvó gracias a la acción de vecinos fue Capriolo, en el Bajo de la ciudad. Gustavo, uno de los hermanos, reconoció que en los días previos “la tensión se sentía”, pero nunca pensaron que iba a llegar a tanto. “Fueron momentos de mucha tensión y de tristeza por lo que estaba pasando en el país”, contó. En el local se enteraron de los saqueos por el alerta de vecinos, quienes ayudaron a improvisar un cordón: “a Capriolo lo defiende el barrio”, se plantaron.

“Fue algo emocional, muy triste. Sentíamos que perdíamos la fuente de trabajo de todo el equipo, pero fue redoblar el esfuerzo y tratar de salir de la crisis fortalecidos”, aseguró. Dijo que fueron “varias noches” las que pasaron en alerta junto a policías, empleados y vecinos, pero que no llegaron a sufrir pérdidas.

El gobierno provincial aprobó días después una serie de beneficios fiscales y subsidios para los supermercados afectados de 2 millones de pesos. En el caso de Topsy, logró reabrir “el 99% de sus sucursales”.


Buena parte del estallido del 2001 en Neuquén se intentó contener con represión, aunque sin saldos fatales como en otras zonas del país. Quienes estaban en la cartera de Seguridad y la plana mayor de la policía lo atribuyen a un proceso de capacitación y recambio que había comenzado en 1999 y que “ayudó” cuando las cosas se desmadraron.

“No pudimos llegar a la optimización de una actuación profesional, que no es sencillo, pero Neuquén en esos días no tuvo muertos, ni siquiera lesiones graves. Pudimos trabajar y contener hasta donde se pudo”, evaluó Horacio Jankowski, policía retirado y exsuperintendente de apoyo y servicios.

Relató que en las jornadas del 19 y 20 de diciembre fueron tantos los acontecimientos simultáneos en la ciudad que hubo momentos pico donde no se pudo dar respuesta. “Se había agotado la capacidad operativa, del recurso humano, a pesar de que todo el personal, aún administrativo, estaba abocado a dar distintos tipos de servicio en la calle”, recordó.

Horacio Jankowski era superintendente de apoyo y servicios de la policía de Neuquén en el 2001. Foto: Florencia Salto.

“Tenías un aviso de un comercio chico que estaban rompiendo en un lugar de la ciudad y no tenías ni recursos móviles para llegar rápidamente y actuar. Había lugares con dos efectivos tratando de contener a 100 personas que intentaban saquear. La violencia estaba potencializada”, sostuvo.

Jankowski reconoció que en los hipermercados como el Jumbo al estructura edilicia ayudó a contener el ingreso de personas, altener rejas y el espacio de estacionamiento que actuaban como primera barrera. También se usó allí un camión hidrante que en los barrios no se podía desplegar. “Fueron días donde era prácticamente vivir en la jefatura. No había descanso”, afirmó.


Escuchá en RN RADIO la nota a Alicia Comelli:


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