10 años de cocina patagónica en Villa Pehuenia

Nuestro periodista gastronómico Nico Visne, recrea en primera persona la décima edición del festival de cocina más importante de la Patagonia.

AGENDA EXQUISITA

Jueves 1 de mayo

Día del Trabajador. Jueves. Llueve sobre el Alto Valle. Salimos rumbo al sur en misión gastronómica. Nos avisan que la ruta esta cortada a la altura de Primeros Pinos a 48 km de Zapala. Son las 17.30 de la tarde y en la estación de servicio alguien se queja del último aumento de la nafta y el gasoil. Zapala está levemente nevada. Tenemos que ir por el Rahue, todo el paisaje varia cada 100 kilómetros, lluvia, agua nieve, cielo oscuro y cerrado, sol, ahora cielo celeste, nubes que bajan y se disuelven, de nuevo la tormenta. En las curvas del Rahue hay que tener prudencia y sobre todo, respeto. No se visibiliza el precipicio de ese impactante camino, “mucho mejor” dice mi compañera de viaje y fotógrafa que ceba atenta un mate tras otro.

Nos dirigimos a Villa Pehuenia donde se realiza el décimo festival del chef patagónico. Uno de los eventos de cocina regional más interesante de la Patagonia y que permite acercarse a técnicas, recetario y otra yerbas, de la gastronomía argentino chilena, donde juegan un protagonismo casi preferencial los productos del lugar. El piñón es el vehículo en común y atraviesa guarniciones de carnes, cervezas, harinas, dulces y licores.

Llegamos a tiempo. El primer día esta colmado de gente. Ya pasó el gran docente Pablo Bestard dando una charla sobre la historia de la cocina. Se inaugura formalmente el festival y Christophe Krywonis, que viene desde hace 7 años como padrino, ofrece una clase magistral junto a otra celebridad de la cocina, Juliana López May.

A esa otra clase se acopla Emanuel Leiva, cocinero y coordinador gastronómico del evento, y Pablo Méndez, maestro cervecero y creador de la cerveza Owe. Conejo en dos texturas con jugo de cerveza neuquina, milanesa de hongos y risotto de piñones.

Suena un tango hermoso en el patio de comidas, algunos bailan y la gente come todo lo que hay. Asado con cuero y chivo ofrecen unos cocineros trasandinos, una pavita rellena logra juntar a una serie de comensales curiosos afuera de las carpas y una gran vaquillona crucificada en una estructura con ejes sigue cocinándose y que estará lista al otro día.

Viernes 2 de mayo

Media mañana. Villa Pehuenia amanece en calma, con el cielo algo nublado y el sol ganándole el minuto a minuto a la nube. Todo se re arma, el balance del primer día es un éxito. Los expositores del hall central de la biblioteca Mario Galeano aún no han montado nada. Algunos turistas se acercan, los fuegos del patio de la fiesta están arrancando y se calcula que para la una del mediodía aterrice un gran caudal de público a almorzar.

Me encuentro con Christophe que ya a esta altura es un vecino ilustre. Disfruta caminar entre vecinos, “soy un gordo sensible” me dice quien es uno de los jurados de Master Chef, un programa muy visto los domingos por la noche en Telefé. Christophe es padrino del festival. Charla con todos los productores, se saca fotos sin chistar y le gusta el entorno, los paisanos le gritan “que haces master chef” y él se ríe y saluda con la mano. Nos dice que los productos regionales son el eslabón más importante para mantener la identidad gastronómica de una región. Que cada vez que viene aprende algo más..

Dentro de la carpa donde funciona el comedor popular, se encuentran los diferentes puestos de cocina de diversos sitios. Pastel de cangrejo y Pisco Sauer ofrece un restaurante chileno, sorrentinos de ciervo ahumado anuncia la pizarra de otro lugar. Nosotros vamos por un huevo Poche con jamón de jabalí y piñones. Delicioso, pero hay que tener cierto control sobre el cilantro, siempre. Saco algunas hojas y queda delicioso. Tengo debilidad por los kebabs, probé los mejores en Madrid de la mano de cocineros marroquíes y me cuesta encontrar algo parecido.

Comí unos de cordero en pan de pita, con cilantro! y piñones. Bien el piñón ahí, no soy un gran reivindicador de la fruta de la araucaria, pero aquí esta bien matizado.

Juliana López May comienza su clase magistral, siempre el piñón como vehículo. Tiene un ayudante, Fausto, de unos 14 años, que no para de tirar comentarios graciosos, la gente se ríe y todo sale de mil maravillas. Como en cada cierre de receta en vivo, se sortea entre el publico asistente el plato elaborado y todos contentos.

Sábado 3 de mayo

Último día del festival. La feria de expositores es una maravilla. Ahumados de hongos, ciervo y quesos provenientes de Junín de Los Andes, mostazas de Bariloche, al ajo, a la cerveza, al estragón. Quesos de Aluminé, donde por cada horma de medio kilo se gastan hasta 8 litros de leche. Desde temprano en el patio de la biblioteca Mario Galeano se prepara un estofado de cerdo neuquino en disco gigante, elaborado por todos los chefs del festival que utilizan rastrillos y remos de bote para moverlo e hidratarlo. Mil porciones con legumbres, verduras salteadas, piñones asados, panceta ahumada, hiervas frescas y chorizo colorado de ciervo. La gente se agrupa, sacan tickets y reciben su porción. Realmente es un éxito, sabroso y calórico para encarar un día fresco.

Las clases siguen con cocineros de Chile, Aluminé, Villa La Angostura. Va llegando el fin. Se corta una gran torta por el cumpleaños numero 10 del festival. Aún queda tiempo para comprar unos regalos. Es buen momento para llevar algunas pastas de ají, alfajores de ñaco y escabeche de hongos. Cayendo la tarde vendrán algunos shows musicales para que todos nos vayamos tarareando algo y nos acordemos siempre de esta fiesta, a la que hay que visitar todos los mayos posibles.

@nicovisne

Fotos: Guada Vela


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