Clásicos de fin de semana otoñal en El Bolsón
Durante los días de sol –y hasta el mediodía– las nubes blancas se extienden cubriendo los valles, siguiendo los cursos de los ríos Quemquemtreu y Azul. Un poco más allá, ocurre lo mismo sobre el lago Puelo.
Es el paisaje fascinante que se observa desde las alturas del cerro Piltriquitrón, donde el ocre intenso de las lengas predomina marcando la estación entre las esculturas monumentales de El Bosque Tallado.
Enfrente, a la distancia, los picos nevados señalan la frontera con Chile y la cadena de refugios de montaña. A los pies de los excursionistas, el ritmo de una pequeña ciudad entre sus plazas arboladas, sus avenidas y diagonales en contraste con el verde eterno del bosque nativo circundante.
A esta altura del año, El Bolsón y los parajes aledaños ofrecen múltiples propuestas para la ensoñación, relax, esparcimiento, recreación y aventura.
Una tarde de sábado comienza con una salida en familia o pareja por el Camino de los Nogales, pisando las hojas amarillas, para admirar el trabajo en las chacras productoras de lúpulo, frutas finas y verduras orgánicas.
Un poco más adelante, la oportunidad de conocer un criadero de truchas y llevarse algún ahumado, queso o conserva para “la picada de la vuelta”.
El camino marca el ingreso al circuito de Mallín Ahogado, un espacio rural salpicado por variados atractivos turísticos con sus cascadas; un parque temático con hadas y duendes; canopy entre coihues gigantescos; el Museo de las Piedras Patagónicas y la mezquita musulmana más austral del mundo.
Siguiendo unos kilómetros, se llega hasta el complejo de deportes invernales del cerro Perito Moreno, donde ya es posible encontrar nieve para jugar un rato y ver los preparativos para esperar a los esquiadores a partir de junio.
La vuelta al pueblo se puede hacer por la ruta que serpentea junto al río Azul, entre cipreses, radales, alerces y otras nativas que, cada tanto, dejan lugar para que aparezca la casa de un lugareño donde pastan sus ovejas, caballos y vacas.
El recorrido permite desviar hasta la Cabeza del Indio, una curiosa formación rocosa tallada por los vientos eternos de la Patagonia, y el Mirador del Río Azul que extiende el panorama desde la Loma del Medio hasta el Parque Nacional Lago Puelo (en Chubut) y es la postal necesaria de cada visita a la Comarca Andina del Paralelo 42°.
Ya de vuelta por la plaza Pagano, todavía queda tiempo para caminar por la Feria Regional de Artesanos, con sus puestos de piezas únicas y trabajos realizados con lanas, maderas, cueros, metales y flores secas, a los que se suman los dulces caseros, las frutas finas y verduras de las quintas, los cuchillos forjados a mano y las velas artesanales de distintos tamaños y perfumes exquisitos. Sin olvidar por supuesto los sonidos de músicos, malabaristas y el colorido instalado por aquellos hippies locos desde la década del 70.
Oscurece temprano y tientan los restaurantes céntricos con sus platos gourmets elaborados a partir de productos regionales, una tabla de buenos ahumados, cervezas artesanales, helados o jugos naturales hechos en el momento con la fruta fina del lugar. Otra variante es probar alguno de los vinos elaborados en la zona, con su particular bouquet, que ya se ofrecen en varios locales.
Aventura sobre árboles
Varios refugios
para elegir
Destinos que no cansan + Voy
Datos
- $ 400
- cuesta el canopy en Mallín Ahogado (10% descuento con cuponera disponible en Turismo).
- El circuito comprende once albergues dentro del Área Natural Protegida Río Azul – Lago Escondido, vinculados a través de una extensa red de senderos. Ofrecen alojamiento (duchas con agua caliente) y gastronomía (desayuno, almuerzo y cena). Los lugares más conocidos son El Lindo, Motoco, Roca del Tiempo, Valle del Encanto, Dedo Gordo, Lago Natación, Cajón del Azul, Hielo Azul y Retamal.
- Antes de salir hay que inscribirse en la Oficina de Informes Turísticos de El Bolsón (San Martín y Roca).
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