Noemí Labrune declaró por el secuestro de Leticia Veraldi
El Tribunal Oral Federal 1 de Neuquén reanudó una nueva audiencia del juicio “La Escuelita IV”. Noemí Larune brindó su testimonio relacionado al secuestro de Leticia Veraldi, una joven estudiante que continúa desaparecida.
JUICIO ESCUELITA IV
“Es importante porque este es el momento de la Justicia”, respondió Noemí Labrune al testimoniar sobre el secuestro de Leticia Veraldi, la joven que un matrimonio amigo dejó bajo su tutela en Cipolletti porque después del 24 de marzo de 1976 en Buenos Aires desaparecían a sus compañeros del centro de estudiantes del Nacional de Vicente López.
La adolescente ya no militaba políticamente (era de la juventud guevarista en Buenos Aires) y estaba desconectada de amigos y familiares (que habían quedado en la capital) pero “lo mismo se la llevaron”, dijo Noemí. La secuestraron a pocos metros de su casa en Cipolletti, después de salir de clases en el Belgrano, donde cursaba el quinto año.
Sus ex compañeras Sonia Matano y Emilse Nuin citaron ayer los minutos previos al secuestro, la preocupación por la prueba de contabilidad, la despedida a pocas cuadras de la casa de los Labrune.
Según reconstruyó Noemí, se la llevaron en un Fiat 128 y entre dos la arrastraron de los brazos. “La esposa de Sommer -policía federal imputado en esta tramo- me dijo que supo que esa noche hubo una chica muy joven en la delegación” de la policía Federal en Neuquén. Aclaró que la mujer luego negó sus dichos. Nunca más se supo de su paradero tras ese 4 de julio de 1977.
Durante su búsqueda, los Labrune supieron que días antes del secuestro el oficial de inteligencia de la policía rionegrina, Miguel Quiñones, había preguntado los horarios de Veraldi en el Belgrano; y que dos semanas antes, el Ejército había detectado su malestar ante un documental exhibido en los secundarios de la región donde se aleccionaba sobre supuestos atentados terroristas.
El fiscal Walter Romero pidió que por la desaparición de Veraldi no sólo se juzgue por el secuestro y las torturas -por las cuales están acusados militares y oficiales de inteligencia- sino que se acuse también con la figura de homicidio como se hizo con los otros 11 casos de desaparecidos de este juicio y que se agregaron con posterioridad al expediente de la audiencia oral.
Las defensas rechazaron el planteo, las querellas de la Apdh y de la secretaría de Derechos Humanos adhirieron para que la petición sea remitida a instrucción, y la querella del Ceprodh rechazó la propuesta por considerar que corresponde la figura de “genocidio”.
“El que apretaba el botón de la muerte era Reinhold”, dijo Noemí Labrune al tiempo que sostuvo luego que ir a hablar con él al Comando “a pesar del terror que nos provocaba, era lo único que se podía hacer”, tanto con Veraldi como con otros desaparecidos porque “que mal se hubiera sentido uno si no hubiera hecho nada”, explicó.
Detalló las gestiones de Marta y Gabriel Veraldi (fallecidos) en busca de su hija, y el tormento del padre que durante 3 años fue contactado en Buenos Aires por un “espía” que cada 15 días le pedía dinero a cambio de datos sobre el paradero de Leticia.
Dijo que hubo infructuosos habeas corpus que se reiteraron cuando llegó la comisión Internacional de Derechos Humanos, causas que fueron “cajoneadas”, sentenció.
Los primos de Leticia, Javier y Juan Pablo Veraldi indicaron que “judicialmente es el primer paso sobre su desaparición; siempre estamos buscando datos de ella, son muchos años, estamos a la expectativa y con la esperanza de conocer qué fue de ella, si alguien compartió su cautiverio…Cada vez hay más gente que se anima a hablar y decir lo que pasó”, explicaron Javier y Juan Veraldi, primos de Leticia ayer en el juicio.
Sólo estuvieron en la sala los acusados Jorge Soza, Luis Farías Barrera, Miguel Cancrini y Jorge Di Pasquale. La mayoría de los acusados no escucharon los testimonios de ayer porque no funcionó el sistema de videoconferencia con Comodoro Py.
“Pensé que iba a volver”
“Siempre pensé que Leticia iba a volver a aparecer”, dijo Betina Labrune quien a los 17 años padeció la desaparición de su amiga de 16, con la que compartía el hogar y sus horas durante más de un año porque sus padres le habían dado refugio.
Aunque desde temprana edad supo de la persecución de la dictadura “tardé en darme cuenta de que Leti no iba a volver; y a partir de ahí cayó como un dolor tan sordo al que no se le podía terminar de poner palabras, como si hubiera caído una bomba en la familia. Nos cambió la vida”, sostuvo. “Recuerdo que se había destruido la idea de que un futuro era posible”, en tanto precisó que para el mundial de 1978 “cuando veía a la gente que salía a festejar los goles sentía que mientras había un país clamando y gritando, había otro que no escuchaba”.
rionegro.com.ar con información de Agencia Centenario.-
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