Volvió el gradualismo en la toma de decisiones

Los rutilantes casos de corrupción en la década kirchnerista dados a conocer durante el último mes, lograron quitar de la agenda pública la discusión acerca de las dificultades que presenta la macroeconomía nacional.

Aire fresco para el todavía flamante gobierno, que a fines de mayo comenzaba a sentir la zozobra de la ausencia de resultados concretos.

Pero pese a la ausencia de debate, la elevada inflación, la evidente caída del nivel de actividad o las dificultades para reducir el nivel de gasto público, siguen siendo problemas que, tarde o temprano, emergerán a la superficie de la opinión pública. Así las cosas, la dinámica política vuelve a cobrar relevancia por sobre las metas en el terreno económico.

Sucede que en el seno del gobierno ya calculan el posible resultado en las elecciones de medio término a realizarse en 2017, si el escenario económico mantiene la configuración actual.

Un reciente informe de M&S Consultores, propiedad de Carlos Melconian, actual titular del Banco Nación, explicita que el gobierno ha decidido dividir el horizonte temporal en tres tramos.

El corto plazo, que se enmarca en el esperado “segundo semestre” que acaba de comenzar. Dan por descontado que el despegue no llegará en lo que resta del año, pero esperan detener la sangría y lograr que la dinámica de la economía permita comenzar a mostrar ciertos logros mes a mes.

En segundo lugar, el mediano plazo está configurado en el año 2017, en el que aspiran a una combinación de menor inflación e incipiente reactivación, que permita un buen resultado en las elecciones legislativas.

Si el plan funcionara, sería la llave de entrada al tercer periodo: el largo plazo, que avizoran desde el año 2018, en el que comenzarían las verdaderas reformas estructurales que el Presidente Mauricio Macri tiene en mente, y para las que hoy no cuenta con aval suficiente en el Congreso.

Es esa hoja de ruta, la que ya ha modificado el plan inicial que se trazara el gobierno al asumir. La lluvia de inversiones que el gobierno anunció y aun espera, no ha llegado al sector real, y difícilmente lo haga sin un marco de estabilidad económica. Los cañones apuntan entonces a volver a motorizar el consumo, como herramienta para dinamizar la demanda y poner en marcha la economía real.

Paradójicamente, la receta guarda llamativas similitudes con algunos de los tópicos que guiaban la política económica kirchnerista, a saber: más consumo, laxitud en la emisión monetaria, paritarias cerca de la pauta inflacionaria y tipo de cambio atrasado.

Los números no mienten

Sorprende la similitud que ciertas medidas de política económica mantienen con lo esbozado por el equipo comandado por Axel Kicillof. Aquí un breve repaso.

• Tipo de cambio. La salida del cepo determinó el paso a un régimen de flotación administrada del precio de la divisa. La devaluación inicial fue cercana al 40%, y alcanzó el 60% a mediados de febrero cuando la cotización rozó los $16. Sin embargo, lentamente el precio se estacionó entre $14 y $15 para el fin del semestre. En el mismo lapso, los precios crecieron entre el 20 y el 25%. Como resultado, el valor del dólar luce hoy nuevamente atrasado. En términos reales, el tipo de cambio actual es equivalente al de marzo del año 2014. Llamativamente y pese al reclamo de distintos sectores como las automotrices o los exportadores de las economías regionales, el gobierno no parece estar muy preocupado por el tema. Todo indica que un tipo de cambio estacionado en torno a los $16 hacia fines de este año, es garantía para el anclaje del nivel de precios. Un ‘déjà vu’ de la política cambiaria kirchnerista.

• Precios. “Eliminar la inflación será la cosa más simple que tenga que hacer si soy Presidente” había manifestado Mauricio Macri a principios de 2015. No parece haberle resultado tan sencillo durante el primer semestre de su gestión. Tras la devaluación y el fuerte ajuste de tarifas, cuya consecuencia fue un reajuste de precios relativos en todos los sectores, el incremento de precios pegó un salto importante. Si se toma como referencia el Índice de Precios de la Provincia de San Luis, la inflación acumulada en lo que va de este año alcanza el 42,4%. El objetivo de máxima para el gobierno hoy, es lograr un ratio mensual de inflación en torno al 2%. Un número que, excepto en 2014, se asimila al registrado mes a mes durante los últimos seis años de gestión K.

• Salarios. Un 25% era la pauta que el gobierno había trazado para las paritarias a nivel nacional en 2016, a tono con sus expectativas de inflación. La suba de precios previa a la negociación en los principales convenios, impactó de lleno en los salarios reales. Según el Centro de Economía Política Argentina (CEPA), el poder adquisitivo del salario cayó más de un 10% solo en los primeros cuatro meses del año, sin contabilizar el tarifazo del mes de mayo. En el ideal del pensamiento oficial, una caída de los salarios reales estaba a tono con una necesaria recuperación de la competitividad, a fin de hacer atractiva la plaza para llegada de las inversiones extranjeras. Pero la sensación térmica de la calle fue más fuerte, y el gobierno comenzó ceder. Todas las paritarias cerraron acuerdos en torno al 35%, y las que lo hicieron por un porcentaje menor, acordaron una vigencia de solo seis meses. Paritarias cercanas a la pauta inflacionaria, otra similitud con el esquema del gobierno anterior.

• Déficit fiscal. La reducción del gasto público fue otra de las banderas con las que Macri asumió el gobierno. Efectivamente, el despido masivo de empleados públicos y el recorte de programas en las áreas de Desarrollo Social y Educación, caracterizaron los primeros 100 días de gobierno. Al justificar el ajuste en las tarifas energéticas, se esgrimió con razón la necesidad de reducir la enorme masa de subsidios que el estado otorgaba a las concesionarias de los servicios públicos. Sin embargo, transcurrida la primera mitad del año el volumen del gasto no se redujo sustancialmente. Según la consultora dirigida por Melconian, el déficit fiscal que cerró el 2015 en torno al 5% del Producto Bruto interno (PBI), podría terminar este año cerca del 4%. Nominalmente, el rojo del Estado en los primeros cinco meses del año asciende a $75.600 millones, un 13% menos que en igual periodo de 2015. En términos reales, la baja es del 37%.

• Emisión monetaria. Las dos vías de financiamiento que tiene el sector público ante el rojo en sus cuentas son la emisión monetaria o el endeudamiento. Con la concepción de que la emisión monetaria es la raíz principal del problema inflacionario, otra de las premisas del gobierno fue reducir la cantidad de circulante y cortar la emisión. El Banco Central (BCRA), comandado por Federico Sturzenegger estableció como meta una emisión de $160.000 millones para todo el año. Pero la cruda realidad se impuso una vez más. Con un déficit fiscal que no cede, la emisión de la primera mitad del año solo para financiar al Tesoro, ascendió a $100.000 millones. Volver al endeudamiento parecía un camino alternativo. Pero los dólares que se reciben como crédito desde el exterior, se entregan al BCRA en busca de pesos. Es decir, se traducen en un incremento de la emisión monetaria, parte esterilizada con Letras a una tasa muy alta para hacer atractiva esta sustitución. Todos los caminos conducen otra vez al esquema en que el BCRA financia al fisco. Otra remake de años anteriores.

Claramente, el Gobierno en este corto período al mando del país tomo conciencia de que no es fácil cambiar bruscamente el rumbo del modelo sin obtener consecuencias negativas sobre ello. Con los resultados económicos del primer semestre y las encuestas para 2017 sobre la mesa, optó por volver al gradualismo.

Dólar planchado. Los operadores apuestan a una paridad de 16 pesos para fin de año.

El dato

Datos

42%
es la inflación anualizada al 30 de junio, tomando la estadística que elabora San Luis para el índice de precios.

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