Las recurrentes conductas que nos llevaron al default

En tres oportunidades el país dejó de pagar sus compromisos internacionales

Algo de la historia argentina

Argentina está sufriendo estos días las consecuencias de no haber cerrado el default del 2001.

Y otra vez se encuentra al borde de la cesación de pagos.

Este comportamiento cíclico obliga a repasar parte de nuestra historia para recordar que el país pasó por otros siete eventos de deuda, entre cesaciones y reestructuraciones a lo largo de la historia.

El economista e historiador Roberto Cortés Conde enumera tres momentos de la historia en la que Argentina deja de hacer frente a sus compromisos de deuda:

• En 1826, cuando el país dejó de pagar un empréstito a Baring Brothers que había obtenido para financiar la guerra con Brasil. La razón que esgrimió el gobierno en ese entonces fue el desfasaje entre la recaudación y el nivel de deuda extranjera cuando el país suspendió la convertibilidad de la moneda local con el oro. La deuda se pagó 30 años después con otro empréstito a la provincia de Buenos Aires (separada del resto de la confederación) de un millón de libras esterlinas.

• En 1890, la casa Baring se declaró insolvente tras fallar la colocación de títulos de la compañía de provisión de agua bonaerense –Water Supply– y arrastrar al resto de los títulos argentinos de los que era prestamista. El impago se renegoció con otro préstamo de la banca Morgan en 1891. En 1905 se volvió a reestructurar esa deuda a una tasa más baja para el país al amenazar con un pago en efectivo aprovechando la disponibilidad de crédito internacional.

• Finalmente, en el 2001 el país declaró la cesación de pagos de más u$s 144.000 millones de deuda pública y el fin de la convertibilidad con el dólar.

Pero la historia también destaca que Argentina fue uno de los pocos países del mundo que siguió pagando sus deudas en medio de la Gran Depresión del 30 y el único de Latinoamérica en evitar el default entre guerras.

Pero la década del 80 fue mala para el cumplimiento de la deuda de toda América Latina, incluyendo Argentina.

Al lapso de apertura financiera y endeudamiento de fines de los 70 y principios de los 80 le siguió un período de racionamiento externo de fondos que derivó en la crisis de deuda de 1982, en manos de bancos privados.

Le tomó once años a la Argentina resolver la crisis de deuda de los 80 con el llamado Plan Brady (con el Estado absorbiendo gran parte de la deuda privada). Antes, en 1989, el Estado canjeó compulsivamente los depósitos a plazo fijo superiores a un millón de australes a cambio de bonos, de esta manera se salteaba a los bancos como financiadores de su déficit fiscal.

Hoy el país espera que la historia no se repita.


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