No se cuelguen la medalla, hagan la pileta

Iñaki Basiloff ganó el oro en París y demostró que el esfuerzo valió la pena. En Neuquén nunca tuvo el lugar ideal para entrenar.

Cuando Iñaki Basiloff regrese de París será recibido con honores y seguramente habrá invitación a la casa de gobierno, a la Ciudad Deportiva o al Espacio Duam. Él irá y escuchará los aplausos, pero cuando vuelva a entrenar, no tendrá un lugar apto para la alta competencia: cruzará el puente y nadará en el club Cipolletti o viajará a Buenos Aires y mostrará su talento con los compañeros de River.

La pileta de 50 metros es una obra indispensable para una ciudad como Neuquén, aunque nunca estuvo en los planes de manera seria. Solo indicios, mientras el flamante campeón olímpico coleccionaba medallas continentales y mundiales.

La plata estuvo para hacer una infinidad de canchas de césped sintético y hoy muchos futbolistas claman por volver al natural, también se construyó una para hockey sobre césped, con base agua, a costos muy altos y hoy prácticamente no se usa. También llegó la movida del pum track, que iba a tener un Mundial que nunca se hizo o el fútbol fusión con un torneo argentino que se anunció pero fue suspendido horas antes de empezar.

En cuatro de los ocho años de Omar Gutiérrez, Deportes fue ministerio y con ese rango más la desaparecida combinación de la Revolución Deportiva, muchos imaginaron la llegada de obras esenciales como, por ejemplo, la pileta de 50 metros. En tiempos de La mejor provincia, nunca se tiraron al agua. Mariano Gaido sugirió una idea, pero tampoco prosperó. Quería un rectángulo de agua de tamaño olímpico, pero comunitario, para toda la ciudad y que sea gratuita. No es la idea.

El gobierno de Rolando Figueroa arrancó en diciembre y, bajo el lema de no hay plata, el deporte quedó relegado. Perdió el cartel de ministerio y la movida parece ir por otro lado, lejos del deporte espectáculo que el actual mandamás impulsó cuando ocupó el cargo de Juventud y Deportes en la era de Jorge Sobisch, bajo otro cartel inolvidable: Neuquén es confianza.

Iñaki tiene el ansiado oro por un esfuerzo personal y familiar. Empezó a nadar en Alta Barda para tener una mejor calidad de vida, se entusiasmó, se mezcló con los mejores del planeta y les ganó. Tocó el cielo con las manos y volverá a Neuquén con su merecida medalla. Que quede claro que es toda de él. No se la cuelguen, mejor hagan una pileta.

Iñaki, en el DUAM, antes de viajar a París. (Neuquén Informa)


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